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Mostrando entradas de 2012

Un diamante es para siempre

1976 Mamá: Lorenzo, ¿sabes lo que le ha pedido Paula a los Reyes magos? Pues que tú y yo podamos irnos de viaje solos para descansar y pasarlo muy bien, porque dice que siempre estamos muy ocupados trabajando. ¿No es un cielo esta niña? 1979 Papá: Paula, cariño, ¿estás segura de que quieres este cachorrito? Es el único ciego de la camada, y seguramente no tendrá una vida fácil. Necesitará mucha atención y cuidados. Aunque bueno, hoy es tu cumpleaños, y si te hace tanta ilusión adoptar ése precisamente... pues adelante. 1980 Director del colegio: Y ahora, estimados alumnos y alumnas, es para mí un honor conceder la medalla al alumno ejemplar del curso 79-80 a Paula Soriano Rodríguez, por la creación de un grupo de apoyo para alumnos con problemas familiares. 1997 Emilia: Te dejo este mensaje en tu contestador, Paula, para darte las gracias por haberme prestado el dinero. De no haber sido por ti, me habrían embargado el coche. Eres un encanto. Tengo ganas de vert

Reencarnación

Una villa al sur de Francia, noviembre del año 1210. El tañido de las campanas de la iglesia indica que es mediodía: la hora señalada para ejecutar sentencia. Así pues, otra mujer acusada de practicar las oscuras artes de la brujería es quemada en la pira por la Santa Inquisición. A todo esto, la muchedumbre, arremolinada en la plaza principal del municipio, en presencia de las correspondientes autoridades eclesiales, y con el ánimo visiblemente enardecido, vocifera improperios contra la rea, mientras ésta se consume lentamente víctima de las llamas: ¡Hija de Satanás!¡Prepárate porque ahora luego arderás en el infierno! ¡Arrepiéntete, pecadora! ¡Bruja! ¡Arde, maldita! Costa oriental de España, enero de 1988. Una joven pareja pasa sus vacaciones de verano en la playa con su hija, que apenas cuenta seis años de edad. Termina una larga jornada y ambos se encuentran conversando en la cama. Leo: Estoy preocupado por Celeste… Paula: Es por lo de la hoguera, ¿verdad? L: 

Cómo fabricar a un monstruo

Billy contaba diez años en mil novecientos ochenta... 1980 Billy: Papá, ¿por qué nunca juegas conmigo? Papá: Ahora no estoy para tonterías, Billy. Y ponte a hacer los deberes enseguida. ¡Eres un vago! 1985 Mamá: Billy, te he dicho que me planches la ropa y la has dejado más arrugada de lo que estaba. Todo lo haces igual. No sirves para nada. Menuda calamidad. 1990 Sargento: ¡Eh, chicos, mirad al capullo de Billy! Fijaos cómo le sienta el uniforme. ¿A que parece un marica? Soldados: ¡Jajajaja! Sargento: ¡Uy, póbrecito mío!, si se le saltan las lagrimitas y todo. Soldados: ¡Jajajaja! 1995 Cocinero jefe: ¡Eh, tú, Billy!, se te ha vuelto a quemar la pizza. Y es la segunda vez que te pasa esta semana. ¡Pareces idiota! Gerente: Billy, ve haciendo el petate porque te vas a la calle. Ya te hemos dado demasiadas oportunidades. 2000 Billy:   La verdad es que me gustas mucho, Jenny, y me encantaría que saliéramos juntos. Jennifer: Pu

Hela

Karl: Buenos días, Hela. Un placer conocerte. Hela: Buenos diás, profesor Liasmus. El gusto es mío. Llevo un par de años siguiendo su trayectoria y le admiro profundamente. K: Muchas gracias. El sentimiento es mutuo. Por cierto, ¿cómo prefieres que te llame? H: Me gusta Hela a secas, sin los números. K:  Me han dicho que tienes respuesta para todo, Hela. H:   No sé si para todo, profesor. K: ¿Sabes, por ejemplo… cuánto pesa la Tierra? H: Cinco mil novecientos setenta y siete trillones de toneladas. K: ¿Y sabes cuál es la raíz cuadrada de veinticinco con treinta y seis? Dame quince decimales, por favor. H: Cinco coma cero, tres, cinco, ocho, siete, uno, tres, dos, cuatro, ocho, cero, cinco, seis, seis, ocho. K:  ¿Cómo se llamaba la cuarta esposa de Enrique VIII, el antiguo rey de Inglaterra? H:   Ana de Cleves. K: Y aparte de toda esa vasta cultura y de tu portentosa capacidad de cálculo, ¿tienes una opinión personal sobre los acontecimientos del mundo

Los inmigrantes

Kah: Hola, chiquitina. Natalia: ¡Uy!, hola. ¿Quién eres? ¿Nunca había visto a nadie como tú? ¿Por qué tu piel es de color verde? ¿Y por qué no tienes pelo? ¿Y por qué eres tan alto? K: Es que no soy de por aquí. N: ¿Y de dónde eres? K: Pues de un lugar muy lejano. N: ¿Y cómo te llamas? K: Me llamo Kah. Y tú te llamas Natalia, ¿verdad? N: ¡Uy! ¿Y cómo lo sabes! ¡Si yo no te he dicho mi nombre! K: Porque lo leo en tu mente, cariño. N: Jo, ¡qué guay! ¿Y también sabes hacer castillos de arena? K: Nunca he hecho ninguno. Pero parece muy fácil. N: Bueno, no creas que es tan fácil, Kah. Cuando son muy altos, al final, siempre terminan rompiéndose. K: Imagino... N: Oye, Kah, ¿y por qué tampoco tienes nariz? ¿Por dónde respiras? K: Respiro por estos agujeritos que tengo detrás de las orejas. ¿Los ves? N: Ah, vaya, ¡qué raros son! Oye, ¿y estás solo? K: No, he venido con mis hermanos. Pero ahora estoy dando un paseo a solas. Es que nunca antes había estado aquí. El r

Diosas

Hombres de este mundo: aquí, entre nosotros, sabedlo, hay diosas. ¿Sois capaces de reconocerlas? Son diosas humanas, que caminan, que danzan, que paren y amamantan; diosas que vuelan... Con sus almas de mujer nutren la vida de amor y belleza. Afortunado el que de vosotros tenga ojos para verlas, oído para escucharlas y aliento para gozarlas.

Esclavos

Número 7:   ¿Dónde estoy? ¿Qué es este sitio? ¿Por qué está cerrada la puerta con rejas? Número 3: Cómo se nota que eres nuevo. Número 7: No recuerdo... cómo he llegado aquí. Estoy un poco... mareado. Número 4: Tranquilo, es lo habitual. Número 7: ¿Y por qué estáis todos tan... tristes? Número 5: Pues porque ya no somos libres, y porque aquí nos tratan con mucha crueldad. Además, nos han separado de nuestras familias y de nuestra patria, y ahora nos hacen trabajar diariamente como esclavos. Nos obligan intimidándonos con látigos, o a fuerza de golpes. Y cuando no estamos trabajando nos atan con cadenas para que no escapemos. Otras veces, si no obedecemos, nos hacen pasar hambre durante días... hasta que finalmente nos sometemos a nuestro amo. Número 7: Vaya… nunca habría imaginado un destino más horrible para un elefante. ¿A los leones y a las cebras también les hacen lo mismo?

Lo que no tiene nombre

En un simple sofá, insertado en su armazón, sin que nadie se dé cuenta; en el lado derecho de una cama, silencioso y abrazado a su ocupante; o en el interior de un ascensor, aunque esté lleno de gente, encajo. Cuando amanece en la playa, justo detrás del horizonte; cuando sopla el mistral, acariciando los altos cipreses; o cuando vuelve el otoño, bajo la hojarasca, encajo. Amablemente, con hombres, mujeres y niños; decididamente, con el paisaje y las sombras; fácilmente, con piedras y arroyos, encajo. Aquí, sobre nebulosas y galaxias; ahí, entre moléculas y átomos; allí, tras los abismos, encajo. Cuando quiera que sea, dondequiera que sea, como sea, encajo. Y contigo, siempre, encajo.

La princesa y la rana

Érase una vez, en un lugar muy lejano, una bellísima princesa que paseaba por los exuberantes jardines de palacio, cuando, de repente, en uno de sus estanques... Rana: Hola, preciosa, ¿qué tal? Princesa: ¡Uy, una rana que habla! ¡No me lo puedo creer! R: Pues ya ves... aquí estoy. P: Esto me recuerda a un cuento que me contó mi reina madre cuando yo era pequeña. R: Ah, ¿sí? P:  Oye... p or una de aquellas... no te apetecerá que te dé un beso, ¿verdad? R: Pues... ya que insistes tanto... Y entonces... se dieron un apasionado beso. Tras el cual... P: ¡Vaya, pero si no te has convertido en príncipe! R: Es que no sé si te has fijado bien, pero soy una rana. P: A ver, igual si nos besamos otra vez... R: ¡Venga! Y entonces... se dieron nuevamente un apasionado beso. Tras el cual... P: No lo entiendo, rana, ¿por qué no te conviertes en príncipe? Ya te he besado dos veces, y nada. R: Pero vamos a ver, ¿es que hablo en chino mandarín, princesa?

El relevo

Planeta Tierra, año 2572. La Presidenta de la Asamblea Mundial ha concedido una entrevista. Entrevistador: Estimada señora, como presidenta de la más alta institución del planeta Tierra, y a título muy personal, me gustaría hacerle una pregunta. Presidenta: Usted dirá, caballero. E: Pues… verá… ahora que ya hemos alcanzado la paz mundial, ahora que se han terminado las guerras, las desigualdades sociales, el hambre, las enfermedades… Ahora que los seres humanos hemos conseguido vivir como auténticos hermanos, ahora que las máquinas se encargan de hacer los trabajos ingratos y la tecnología nos permite disfrutar de un gran bienestar y tiempo libre, ahora que ya hemos explorado los planetas más cercanos a nuestro Sistema Solar, me pregunto: ¿a qué nos vamos a dedicar en las próximas décadas? ¿Cuál piensa usted que será el reto más inminente que haya de afrontar la Humanidad? P: Como todos ustedes saben, a finales del siglo XX comenzaron a llegar masivamente a la Tierra

El multiusos

He aquí el socorrido verbo aviar . Un auténtico multiusos. Doy buena cuenta de ello mediante algunos ejemplos: Avía a los animales con el pienso. (Da de comer). Avía los ajos y échalos luego en la sartén. (Corta). Qué aviada te has puesto, cariño. (Guapa). ¡Avíate, que no llegamos! (Date prisa). Como confíes en él, vas aviado. (Apañado). Hay que aviar el televisor, se oye mal el sonido. (Arreglar). Esa persona tiene una mente muy bien aviada. (Organizada). Ya puedes aviar la mesa. Estarán a punto de llegar. (Preparar). Si no te comes los guisantes te doy un bofetón que te avío. (Inflo). Avía el dormitorio, que está hecho un desastre. (Ordena). Avía el cuadro en la pared pero no utilices el taladro. (Cuelga). Avíame, cariño, que estoy muy ardorosa. (Hazme el amor). Ese bolso no te avía con los zapatos. (Hace juego). Avíeme un bocadillo de tomate y lechuga, por favor. (Prepáreme). Como no se esfuerce un poco más, lo aviamos de la empresa. (Despedimos). Si n

La oruga

Mari: ¡Vaya!, qué oruga tan bella. Nunca había visto una como tú. Eres tan diferente al resto... Uga: Gracias por posarte en mi rama. Tú tampoco desmereces. Pareces una diosa. M: ¡Uy!, qué cosas tienes. Pues he aterrizado aquí para verte más de cerca. Me has llamado mucho la atención. U: Qué bien, alguien con quien charlar y que no me tiene miedo. Si quieres un poco de néctar, liba de esa flor. No te cortes, ¿eh? M: Vale, muchas gracias. Oye, ¿por qué dices "alguien que no me tiene miedo"? U: Es que soy muy venenosa. M: ¿Pero qué dices?, ¡si eres una tía majísima! U: Me refería a que mi sangre es venenosa. Así que ningún animal se atreve a comerme. M: Qué suerte tienes, de no tener que andar con cien ojos por ahí. U: Eso sí que es verdad... Oye, ¿hasta qué altura puedes volar? Siento curiosidad. M: Pues... lo más alto que he volado ha sido como tres veces ese árbol que ves allí, a lo lejos. U: ¡Vaya! ¡Eso es mucho! M: Sí, pero normalmente vuel

Naranjas enteras

Había oído hablar del tema: las medias naranjas. ¿Y quién no? Sin embargo, en el naranjal, todas éramos naranjas enteras. No tengo la menor duda. Había algunas grandes, otras pequeñas, otras, póbrecillas, enmohecidas y fofas, otras magníficas y rutilantes... como fuera, pero siempre enteras. Total: naranjas para dar y vender. Tal vez por eso, algunas se daban y otras se vendían. Lógicamente. Que no, que no... Que no recuerdo ninguna media naranja; por lo menos, de nacimiento. Que luego alguien las cortara con un cuchillo en dos mitades, no te digo que no. Puede ser. Yo, ¿qué quieres que te diga? Recuerdo, solamente, naranjas enteras. ¿Te enteras? Y te recuerdo a ti, especialmente. Sí, a ti. Tú, tú. Sí... tú. No me pongas esa carita de inocente. Simplemente, he dicho que te recuerdo especialmente. Especialmente, porque eras especial. Me gustaba tu calibre y tus proporciones, el intenso tono de tu piel, tornasolada según le daba la luz. Eras tan redonda e inmaculada, tan herm

Conversación canina

Tobi:   Siempre me he preguntado por qué los perros somos los mejores amigos del ser humano. Sultán:   Pues está claro, Tobi, porque los humanos no entienden nuestro idioma perruno de ladridos. Y como creen que nunca les llevamos la contraria... T: Sí, es verdad; y también porque disfrutan mandando sobre nosotros.  S: Efectivamente. A lo que yo añadiría que a menudo se encuentran faltos de cariño, así que en cuanto les damos un poquito, ya nos los metemos en el bolsillo. T: Muy cierto. Todo eso que obtienen de nosotros, difícilmente pueden encontrarlo en las personas. Ni siquiera en sus propias parejas: fidelidad, sumisión, cariño, ausencia de discusiones... Por eso nos quieren tanto. S: Así es, Tobi. Así es. T: ¿Pues sabes una cosa, Sultán?, algo que he estado pensando últimamente es que empieza a resultarme bastante incómodo lo de llevar correa. Siempre tenemos que ir por donde le parece bien a nuestro amo, y si nos salimos de la trayectoria que él va marcando o h

Los objetos tienen alma

En mi opinión, decir que los objetos no tienen vida es incierto. De hecho, muchas veces se alude a su vida útil para referirse a su duración en el tiempo. Y si uno se para a pensarlo, también poseen una fecha de fabricación, un nacimiento,  y un final (a veces, denominado caducidad ). Exactamente igual que un ser vivo. Es verdad que no son orgánicos y que no pueden reproducirse. Pero sí que lo es que cumplen una función de relación con su entorno, tal como la cumplen los seres vivos. ¿Acaso tú no te relacionas con tu móvil o con tu ordenador y ellos contigo? ¿Acaso no intercambiáis miradas e información? ¿Y no es cierto que tú también te relacionas con tu ascensor cuando pulsas un botón... y él te obedece? ¿A que él te va dando información en una pantalla de la planta en la que te encuentras en cada momento? ¿Y no es eso un intercambio? ¿No es una función de relación? O cuando te subes en tu coche: tú manejas el volante, las marchas, los intermitentes, aprietas botones,

Encuentro ígneo

A instancias de la diosa Hydra y sus encantos, había prendido en el corazón del dios Pyros un fuego de proporciones nunca vistas en la eternidad. Un fuego incendiario expandiéndose vorazmente en una combustión titánica sin medida. Un fuego abrasador y calcinante, como el que rige en el núcleo incandescente de una estrella. Un fuego palpitante que exhalaba con cada aliento una suerte de llamaradas crecientes y multiplicadas. Un fuego absoluto. Un fuego infinito. Entonces, llegó la diosa Hydra, con intención de aplacar aquella ignición devastadora. Traía consigo, sobre su hermosa cabeza de cabellos líquidos y ondulados, una pléyade de nimbos descomunales cargados de lluvia. Arrastraba tras de sí océanos inabarcables, jamás cartografiados en los atlas de los hombres. Portaba en sus manos divinas los más caudalosos ríos de la tierra conocida; y todos los torrentes, manantiales y arroyos de agua fresca que pudo encontrar a su paso por el mundo. Llegó la diosa Hydra y abrazó al di

La frontera

PRIMERA PARTE Tierra, año 2478. El TECAP (Telescopio Extrasolar de Campo Profundo), situado en los confines del Sistema Solar, envió hace una semana las primeras imágenes de resolución absoluta del planeta Kaier, distante 7 años luz de la Tierra. Los científicos a cargo del proyecto Ícaro, de la COMEI (Consorcio Mundial para la Exploración Interestelar) han desvelado a la opinión pública que se trata de un planeta geoide de color verdoso, recubierto casi por completo de una densa masa arbórea y de musgo, con una composición gaseosa atmosférica muy similar a la de la Tierra y en cuya región meridional se ubica un entramado de ciudades interconectadas mediante un complejo patrón fractal. Dichos expertos han calculado que la civilización regente del referido planeta podría estar entre veinticinco y cincuenta mil años más avanzada que la Humanidad. Se trata, por tanto, del primer mundo en el que se encuentra vida inteligente y desarrollada. Albos: ¿Qué necesidad tienes de

La cajera del Consum

Acabo de llegar del Consum, de comprar una escoba para barrer la cocina. Vengo de uno que me queda a cinco minutos de casa, y al que acudo de vez en cuando a comprar algunas cosas que me hacen falta. A veces, al hacer cola, me toca una cajera que tendrá entre cuarenta y cinco y cincuenta años. No es especialmente agraciada, ni tiene el mejor tipo que yo haya visto en una mujer. Tampoco lleva el pelo muy arreglado, que digamos. Incluso, a poco que uno se fije, descubre sin demasiado esfuerzo que le impregna la expresión de su rostro un aire triste y gris, como con una melancolía inherente y tenaz, que no pudiera remediarse. Y quizá por todo ello, por esa aureola de persona venida a menos, no me parece, de buenas a primeras, una mujer especialmente femenina, ni sexy, ni, en lo particular, atractiva. Con todo, la mencionada tiene algo que, por de pronto, me llama la atención, y que la diferencia del resto de sus compañeros. Me refiero a que cada vez que se despide de un cliente

Fusión nuclear

Átomo de hidrógeno Alfa: Tu rostro me resulta familiar. ¿Cómo te llamas? Átomo de hidrógeno Beta: Hidrobeta. ¿Y tú? Hα: Hidroalfa. Hβ: Bonito nombre. ¿Sabes?, es la primera vez que te veo, pero es como si te conociera de toda la vida. Hα: ¡Vaya!, yo siento lo mismo, Hidrobeta. ¿Y qué haces tú por aquí?, si se puede saber. Hβ: Flotar en el espacio interestelar, como tú, supongo. Hα: ¿Cuántos años tienes? Hβ: Catorce mil millones. ¿Y tú? Hα: Yo sólo seis mil quinientos años. Hβ: Eso es muy poco. ¿Cómo es posible? ¿Cuál es tu historia? Hα: Provengo de un planeta llamado Tierra. Allí me fabricaron en una industria para luego utilizarme como combustible en una nave espacial. El caso es que cuando la nave abandonó la órbita terrestre hubo una pequeña fuga en el tanque de confinamiento donde yo estaba, y salí al exterior. Y desde entonces llevo miles de años vagando por el espacio interestelar. Hβ: Es una historia interesante. Muy diferente a la mía. Y, sin

La fragua

Cierto día, un trozo de hierro dulce comenzó a ser golpeado de forma incesante y contundente por un recio martillo. Transcurrió el tiempo y el trozo de hierro empezó a lamentarse amargamente. El pobre, desesperado y compungido por el dolor, no entendía nada de lo que estaba sucediendo: ni dónde se encontraba ni por qué le ocurría todo aquello. No lo comprendo… no sé qué he hecho yo para merecer semejante castigo. Este maldito hombre no hace más que golpearme cruelmente con un martillo. ¡Lo odio! No soporto que me introduzca en estas brasas candentes, con este calor sofocante. Y después, cuando creo que todo ha acabado, vuelta a comenzar con el martillo… ¡Esto duele mucho!  ¡No aguanto más! ¿Es que no va a terminar nunca este tormento? Pero lo que el trozo de hierro ignoraba era que se encontraba en una fragua, y que aquel hombre no era sino el mismísimo dios Vulcano, encarnado en herrero, quien lo había elegido especialmente a él para convertirlo en el acero templado de

Libre albedrío

Aladiah: ¿La veis? Pample está empezando a nadar en dirección a las rocas. Lelahel: Sí, y no parece que tenga intención de detenerse. Lauviah: Anauel, ve con su madre. Se ha quedado sola en la orilla. Abrázala e inspírale confianza. Que esté tranquila. Anauel: Sí, maestro. Voy enseguida. Nemamiah: Vehuiah, ¿tú crees que lo conseguirá? ¿Logrará Pample llegar a las rocas? Hay más de doscientos metros entre la primera roca y la orilla. Vehuiah: Ahora mismo yo soy su voluntad, y no tengo intención de despegarme de ella ni por un instante. Seheiah: Mirad, Karl la está siguiendo. Nada detrás de ella. No quiere dejarla sola. No quiere que le pase nada desagradable. Lauviah: Haiaiel, Sealiah, id con él y dadle fuerza y confianza. A ver si conseguimos que no desfallezca. Haiaiel: Sí, maestro. Vamos inmediatamente. Pero como bien sabes, Karl no se va a rendir. Mira su aura: está lleno de amor. Eso le alejará de todos los peligros. Jeliel: Maestro Lauviah, a Pample le f

Malas hierbas

Ciria: Qué placer vivir en el campo, cariño. Por fin nuestro sueño se ha hecho realidad. Leucos: Sí, a mí también me encanta. Aunque lo que no me gusta tanto son estas malas hierbas que están saliendo alrededor de la casa. No hago más que quitarlas y vuelven a salir. A ver si un día de estos cuando me cruce con Vena, el pastor, le pregunto cómo podemos deshacernos de ellas. Ese hombre sabe de todo.  Tres meses más tarde... Ciria: ¿Cómo te encuentras, mi amor? Leucos: (Lánguidamente y con la respiración entrecortada) Muy debilitado... Creo que... no me queda mucho tiempo de vida, preciosa. Esto se acaba... Tienes que ir preparándote... C: (Sollozando) Por favor, Leucos, no digas eso, te lo ruego. Estás en manos de los mejores médicos, y están haciendo todo lo posible para que te cures. L: Lo único que hacen es... meterme venenos en la sangre... y cada día que pasa es peor. No hacen efecto, y... a mí se me acaban las fuerzas... C: ¿Sabes quién está ahí fuera,