Mari: ¡Vaya!, qué oruga tan bella. Nunca había visto una como tú. Eres tan diferente al resto...
Uga: Gracias por posarte en mi rama. Tú tampoco desmereces. Pareces una diosa.
M: ¡Uy!, qué cosas tienes. Pues he aterrizado aquí para verte más de cerca. Me has llamado mucho la atención.
U: Qué bien, alguien con quien charlar y que no me tiene miedo. Si quieres un poco de néctar, liba de esa flor. No te cortes, ¿eh?
M: Vale, muchas gracias. Oye, ¿por qué dices "alguien que no me tiene miedo"?
U: Es que soy muy venenosa.
M: ¿Pero qué dices?, ¡si eres una tía majísima!
U: Me refería a que mi sangre es venenosa. Así que ningún animal se atreve a comerme.
M: Qué suerte tienes, de no tener que andar con cien ojos por ahí.
U: Eso sí que es verdad... Oye, ¿hasta qué altura puedes volar? Siento curiosidad.
M: Pues... lo más alto que he volado ha sido como tres veces ese árbol que ves allí, a lo lejos.
U: ¡Vaya! ¡Eso es mucho!
M: Sí, pero normalmente vuelo bajo. No me hace falta subir tan arriba. Además, si revoloteara muy alto enseguida me divisarían algunos pájaros que intentarían cazarme y comerme.
U: En fin... estás tan buena... Es comprensible.
M: Jejeje.
U: A mí me encantaría poder volar, como tú. Es que te veo y me entra una envidia...
M: Ah, ¿sí?
U: ¡Pues claro! No es para menos. A fin de cuentas, no me gusta tener que arrastrarme todo el día. Además, para mantenerme viva y crecer tengo que comer hojas constantemente. Y no creas que me entusiasma su sabor. O son amargas o insípidas. Una de dos. Y al final, pues una se cansa de tanto mordisquear por aquí y por allá. Es una lata. Tú, sin embargo, siempre vas de flor en flor, libando néctares dulces... Pero sobre todo es tu capacidad de volar lo que admiro. Poder remontarte por el aire, ver las cosas desde lo alto, ir a donde quieras rápida y fácilmente, ser capaz de viajar más allá de este bosque... Me encantaría ser una mariposa como tú.
M: No te apures, amiga. No necesitas ser como yo. Sé tú misma, que pronto te llegará la hora.
U: ¿A qué te refieres?
M: A que dentro de unos días podrás volar y hacer todas esas cosas que tanto deseas.
U: ¿Estás de broma? ¿Pero cómo voy a volar siendo como soy? Yo no tengo alas.
M: Pero las tendrás, preciosa, las tendrás...
U: ¿Y qué se supone que tengo que hacer para conseguirlas?
M: Transformarte.
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