Ir al contenido principal

El multiusos



He aquí el socorrido verbo aviar. Un auténtico multiusos. Doy buena cuenta de ello mediante algunos ejemplos:

  • Avía a los animales con el pienso. (Da de comer).
  • Avía los ajos y échalos luego en la sartén. (Corta).
  • Qué aviada te has puesto, cariño. (Guapa).
  • ¡Avíate, que no llegamos! (Date prisa).
  • Como confíes en él, vas aviado. (Apañado).
  • Hay que aviar el televisor, se oye mal el sonido. (Arreglar).
  • Esa persona tiene una mente muy bien aviada. (Organizada).
  • Ya puedes aviar la mesa. Estarán a punto de llegar. (Preparar).
  • Si no te comes los guisantes te doy un bofetón que te avío. (Inflo).
  • Avía el dormitorio, que está hecho un desastre. (Ordena).
  • Avía el cuadro en la pared pero no utilices el taladro. (Cuelga).
  • Avíame, cariño, que estoy muy ardorosa. (Hazme el amor).
  • Ese bolso no te avía con los zapatos. (Hace juego).
  • Avíeme un bocadillo de tomate y lechuga, por favor. (Prepáreme).
  • Como no se esfuerce un poco más, lo aviamos de la empresa. (Despedimos).
  • Si no retira su vehículo, inmediatamente le avío una multa. (Pongo).
  • Podríamos aviar el sofá junto a la ventana, que queda mejor. (Colocar).
  • Tengo que aviar un botón de la camisa, que está un poco flojo. (Coser).
  • ¿Aviamos todos en ese coche tan diminuto? (Cabemos).
  • Esa chica tan formal te avía como anillo al dedo. (Va).
  • Por favor, avía la radio, que están dando las noticias. (Enciende).
  • ¿Te avían unos espaguetis con alcachofas? (Apetecen).
  • La chica que me han presentado no me avía mucho. (Gusta).
  • No veas la cantidad de gasolina que se avía la moto. (Consume).
  • Avíate la arena en la ducha antes de que nos vayamos. (Quítate).
  • Tómate esta infusión caliente, que te aviará el resfriado. (Curará).
  • Avíate el pelo, hombre, que pareces un monstruo. (Péinate).
  • Me avían más los calabacines que las berenjenas. (Prefiero).
  • Abre la ventana, haz el favor, para que se avíe el humo. (Vaya).
  • La antena no está bien aviada, la imagen se ve pixelada. (Orientada).
  • Si Antoñito te insulta, hijo mío, tu le avías un buen puñetazo. (Das).

Comentarios

Entradas populares de este blog

Catalina y Miguel: una historia de amor.

Valencia, 15 marzo de 2014. Torre de Santa Catalina: Miguel, ¿cuánto tiempo hace que nos conocemos? Torre de El Miguelete: Poco más de trescientos años, Catalina. Catalina: Aún me acuerdo de cuando nací, a principios del siglo XVIII. ¿Te acuerdas tú? Miguel: Por supuesto que me acuerdo. Llevaba mucho tiempo solo, aquí, en medio de la ciudad, y entonces, poco a poco, fuiste apareciendo tú. No imaginas cuánto me alegré de tu llegada. "Por fin una torre como yo, cerca de mí", pensé. Catalina: Cuánto ha cambiado Valencia, ¿eh?, a lo largo de todos estos siglos... Se ha convertido en una metrópoli muy grande, enorme, y bulliciosa, incluso los seres humanos han construido máquinas voladoras que surcan sus cielos. Es increíble, ¿verdad?, de lo que son capaces las personas... Miguel: Yo llevo mucho más tiempo que tú en la urbe. Antes, incluso, de que los hombres de estos reinos llegaran a las Américas. Tú aún no habías nacido. Aquellos pasaban por ser tiempos

Vaalbará

Pangea fue un supercontinente que se originó hace 300 millones de años y que al fragmentarse (unos 100 millones de años más tarde) dio lugar a Gondwana y Laurasia , los dos protocontinentes precursores de los que existen hoy en día. Sin embargo, a lo largo de la historia de la Tierra han existido otros supercontinentes antes de Pangea ( Pannotia, Rodinia, Columbia, Atlántica, Nena, Kenorland, Ur ...), los cuales fueron fragmentándose y recomponiéndose en un dilatado ciclo de miles de millones de años. El primero de esos supercontinentes se denominó Vaalbará . Vaalbará es un vocablo hibridado que resulta de fusionar los nombres Kaapval y Pilbara , el de los dos únicos cratones arcaicos que subsisten en la Tierra (los cratones son porciones de masa continental que han permanecido inalteradas -ajenas a movimientos orogénicos- con el paso del tiempo). La Tierra hace 3.600 millones de años. Y el supercontinente Vaalbará conformado en medio del superocéano Panthalassa

Los indios no eran los malos de la película

Cuando yo era pequeño y veía las películas de indios y vaqueros en la tele, enseguida me identificaba con los vaqueros. No era de extrañar. A fin de cuentas, a los indios se les pintaba, a todas luces, como los malos, como los salvajes, como unos sanguinarios sin piedad. Sin embargo, los vaqueros, al contrario, eran la gente decente. Los colonos que llegaban a la tierra prometida y se sentían plenamente legitimados para conquistarla, para apropiarse de ella, para explotarla y establecerse allí con sus familias. Ese, aparentemente, era un noble propósito: conquistar un trozo de tierra para darle a tu familia, a tus hijos, la oportunidad de tener una vida mejor y más próspera. Y es, como digo, algo humanamente lógico. Porque, ¿quién no desea tener una vida mejor para sí mismo y para los suyos? Claro que, cuando dejé de ser un niño y me hice mayor, y me informé adecuadamente acerca de aquellos acontecimientos históricos, no tardé en comprender que los indios no eran los malos