Tú sabes cómo es lo de ir subiendo
por el primer tramo de una montaña rusa:
sientes una creciente y profunda emoción…
Sientes cómo se va acelerando tu corazón,
cómo tus venas y tus músculos se llenan de sangre,
cómo empiezas a respirar más y más rápido...
A pesar de ello,
a pesar de haberte abandonado a tu suerte,
te sientes muy segura en esta atracción,
porque algo dentro de ti te dice, con seguridad,
que nada malo puede ocurrir,
que todo está perfectamente…
Y cuando llegas al punto más alto,
notas ese vértigo anidando en tu estómago;
te sientes fascinada, excitada:
hay tantos giros y volteretas,
tan impredecibles,
es tal la intensidad,
que antes de que te quieras bajar,
te quieres volver a montar
y hacerlo otra vez más.
Una y otra vez...
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