Vicente: Buenas tardes.
Tendero: Muy buenas. ¿Qué se le ofrece, caballero?
Vicente: Pues verá... quería algunos chorizos.
Tendero: Muy bien. Ha venido al lugar adecuado.
Vicente: Antes que nada, me gustaría que me explicara la diferencia entre los normales y los ibéricos.
Tendero: ¡Uy, ni punto de comparación! Nada que ver los unos con los otros. Le explico: un chorizo normal, pongamos por caso, es el de toda la vida, el clásico. El que roba por pura necesidad, porque está al límite, o desesperado. Pero este tipo de chorizo no busca hacer daño a nadie. Lo que quiere es salir de un apuro, o, simplemente, poder comer. Básicamente...
Vicente: Entiendo.
Tendero: Sin embargo, el chorizo ibérico, el de calidad, el bueno, el que se lleva ahora, es un tipo que ya vive bien, pero quiere vivir mucho mejor... a costa de los demás, claro está. Normalmente, suele ser un egoísta, un miserable y un mentiroso compulsivo, para más señas, que no dudará en estafar, prevaricar o malversar para aprovecharse del ciudadano honrado, pues éste le importa menos que... un comino.
Vicente: Fenomenal. Pues ya lo tengo claro. Me ha convencido. Quiero unos cuantos chorizos ibéricos.
Tendero: Acaban de traerme unos con denominación de origen "Valencia" que son... "bocatto di cardinale".
Vicente: Póngame media docena, haga el favor. Es que ya soy concejal de urbanismo, voy a presentarme a la alcaldía de mi pueblo y... quiero forrarme.
Tendero: Ya, ya... imagino.
Vicente: Pues eso...
Tendero: Mire, por ser usted, se los voy a poner, además, sin imputar. De esos, casi no me quedan, y por eso son más caros. Es que están muy solicitados, ¿sabe? Pero yo creo que le convienen.
Vicente: Pues sí. Y se lo agradezco. Yo le pago lo que haga falta. Será por dinero...
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