En algún lugar de España, diciembre de 1937…
Carcelero: Te doy diez minutos para que te despidas de tu marido, el reo. Y recuerda que no puedes acercarte a las rejas. Nada de contacto físico. Como te vea acercarte a él, te reviento la cara, ¿me entiendes, roja?
María: Sí, señor. Lo que usted diga.
Carcelero: Ahora ya puedes pasar a la sala. Y recuerda que sólo tienes diez minutos.
María: (Entrando en la sala y rompiendo a llorar de inmediato) ¡Juan, mi amor! ¿Cómo estás?
Juan: ¡María!
María: ¡Te he echado tanto de menos! ¡Esto es tan injusto! ¡No puedo creer que esté sucediendo!
Juan: No te preocupes por nada, preciosa. Yo estoy bien. Tenemos poco tiempo, y quería decirte algo...
María: Dime, Juan, dime…
Juan: ¿Sabes, María?, aunque me fusilen esta noche, me llevaré con mi alma todos los días de la vida que hemos compartido juntos: cuando veraneábamos en las montañas, cuando nos bañábamos desnudos en el río, cuando contemplábamos las puestas de Sol cogidos de la mano… Me llevo todos los abrazos, los besos y las caricias que nos hemos dado. Te he disfrutado tanto, preciosa… te he vivido tan intensamente... Estás en mi corazón para siempre, y te doy las gracias por todo tu amor, por haber estado ahí en cada momento.
María: Yo siento lo mismo que tú, Juan, lo mismo. Has hablado por mí.
Juan: También quiero que sepas que no me arrepiento de nada de lo que he hecho. Simplemente, he luchado por la libertad. Prefería morir de pie que vivir de rodillas.
María: Hay tantas cosas que me gustaría haberte dicho, Juan… No imaginas lo que lamento no haber podido abrazarte durante estos tres meses de visitas. Daría lo que fuera por poder hacerlo ahora...
Carcelero: ¡Eh, tú, roja, te queda un minuto!
Juan: María, preciosa, no me preguntes por qué. Ni yo mismo lo sé. Pero tengo la certeza de que algún día, no sé cómo, ni cuándo, volveremos a vernos. Estoy seguro.
En algún lugar de España, junio de 2014…
Papá: Cariño, Celia lleva cinco horas hablando por teléfono. Esto no es muy normal, ¿no?
Mamá: Sí que es raro: nunca la había visto hablar tanto tiempo. Por lo visto, está charlando con un chico que ha conocido esta mañana en el metro.
Papá: (Sorprendido) ¿Dices que lo ha conocido esta misma mañana?
Mamá: Eso es lo que me ha dicho hace un momento, cuando le he preguntado que con quién estaba hablando tanto rato.
Papá: Es curioso: que lo acabe de conocer esta misma mañana y que le haya dicho ya tan pronto una cosa que le he oído decir antes, cuando he pasado junto a su habitación.
Mamá: ¿Y qué le ha dicho?
Papá: Que se moría por abrazarlo.
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