Tiempo presente.
Fosa oceánica de las Marianas.
Pacífico noroccidental.
A 6000 metros de profundidad.
Melanocetus: Me pregunto si habrá algo más allá del abismo...
Anoplogaster: ¿Cuántos años tienes, Melanocetus?
Melanocetus: Cinco.
Anoplogaster: Yo, veintiséis. Y en veintiséis años de nadar constantemente por el mundo nunca he visto algo distinto a este abismo frío y oscuro.
Melanocetus: Ya... pero… a lo mejor…
Anoplogaster: Sé realista, ninguno de nosotros ha conocido otro mundo más allá del abismo. No existe nada más. Acéptalo.
Grimpoteuthis: Yo tampoco he visto jamás algo distinto al abismo.
Eurypharynx: Todos ellos tienen razón, Melanocetus. Todo el Universo es agua fría y oscura. Es algo evidente, que no necesita demostración. Algo que los peces abisales sabemos perfectamente.
Melanocetus: ¿Os cuento una cosa? Yo, cierto día, conseguí subir muy, muy arriba. No llegué a ver la luz, pero allí encontré a un tiburón. Y él me aseguró que la luz, el calor y los colores existen, y que provienen de una cosa redonda, enorme y brillante que hay en un mundo más allá del agua.
Grimpoteuthis: ¡Jajajaja!
Anoplogaster: ¡En mi vida he oído cosa más ridícula! ¡Sin duda, ese animal mentía! ¡La luz no existe! ¡Ni el calor! ¡Ni los colores!
Grimpoteuthis: Fuiste un loco al subir a esa profundidad. Podrías haber muerto por una descompensación osmótica.
Melanocetus: No lo sabía...
Eurypharynx: La juventud es lo que tiene: efervescencia e ignorancia.
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