Año 2015. España.
Hospital geriátrico de las Hermanas de la Caridad...
Asistente social: Cuénteme, María, ¿cómo empezó todo?
María: Hace treinta y ocho años, di a luz a un niño, y una de las enfermeras se lo llevó enseguida. Me dijo que no respiraba y que había muerto... y aunque insistí, nunca más pude verlo.
Asistente social: Eso fue en el hospital de la Santa Cruz, ¿no?
María: Sí, fue allí.
Asistente social: ¿Usted a qué se ha dedicado profesionalmente?
María: Pues de pequeña, trabajé en el campo, con mis padres, en el pueblo. Fue muy duro. Éramos muy pobres. Luego, cosiendo para una modista. Y cuando me casé, limpiando casas. Eso fue cuando ya me vine a la ciudad, y hasta hace tres años.
Asistente social: Pero usted tiene ahora ochenta años. ¿Ha estado limpiando casas hasta los setenta y siete?
María: Sí, el gobierno sacó una ley para actualizar las rentas antiguas de alquiler, sin tener en cuenta las circunstancias de los inquilinos, y tuve que dedicar casi toda mi pensión a pagarlo. Casi no me quedaba dinero para nada más. Así que tuve que volver a limpiar casas.
Asistente social: ¿Y qué pasó entonces?
María: Sobreviví durante unos meses, pero caí enferma y tuve que dejarlo. Ya no tenía dinero para pagar las facturas y para comer, así que tuve que rebuscar comida en los contenedores de basura de los mercados, y también tuve que dejar de pagar las facturas de la luz. Terminaron cortándomela.
Asistente social: Entonces, poco después, la desahuciaron, ¿no?
María: Sí, me desahuciaron. Tuve que elegir entre pagar mis medicamentos o seguir en el piso, así que me echaron y me fui a vivir a la calle.
Asistente social: ¿Y durante todo este tiempo ha estado viviendo en la calle y enferma?
María: Sí, en verano dormía bajo el puente del Parque de Oriente, y en invierno en el cajero de un banco. Pero aun así, el frío se me metió en los huesos, y entonces me puse aún más enferma.
Asistente social: ¿Y qué tal la cuidan las hermanas aquí?
María: La verdad es que muy bien. Son muy cariñosas.
Asistente social: Entonces, ¿se siente feliz ahora?
María: Pues... la verdad... aun así... me siento muy sola. ¿Sabe?, me gustaría saber si mi hijo está vivo. Y si lo está, poder verlo y abrazarlo. Sólo quiero eso... antes de morir.
Asistente social: María, preciosa, no se preocupe por nada. Todo va a ir muy bien. Ya verá. Se lo prometo. Tengo muy buenas noticias para usted. ¿Sabe quién está esperando ahí fuera?
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