Catenaria: Línea aérea de alimentación, en forma de cable, que transmite energía eléctrica al tren.
Pantógrafo: Mecanismo articulado que transmite la energía eléctrica desde la catenaria hasta la locomotora.
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A medio metro de distancia el uno del otro (0 Km/h.).
Catenaria: Hola. Eres nuevo en esta línea de alta velocidad, ¿no?
Pantógrafo: Sí, y tú también, por lo que parece.
C: Sí, terminaron el tendido la semana pasada.
P: ¿Cuánto voltaje llevas?
C: Veinticinco mil voltios.
P: No está nada mal. Eso puede dar mucho de sí...
C: Seguro... [...] Por cierto, hoy es día de pruebas, ¿verdad?
P: Así es. Y comenzamos en cinco minutos.
Contacto (0 Km/h.).
Catenaria: Pantógrafo, de ti no voy a poder decir que te sales por la tangente.
Pantógrafo: No, no creo que puedas decir eso de mí. Pero sí puedes decir, a partir de este momento, que tenemos un punto en común.
C: Sí, es un punto pequeño, pero la verdad es que te siento ahí, con fuerza. Noto la presión que haces sobre mí con la hidráulica de tu brazo articulado.
P: Yo también percibo la tensión que hay en ti. La justa y necesaria para que esto funcione...
70 Km/h.
Catenaria: ¿Te gusta mi trazado ligeramente zigzagueante?
Pantógrafo: Sí, me gusta que ese punto de contacto entre tú y yo no sea algo monótono. Me gusta que vaya desplazándose de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, de un lado a otro. Me gusta este ritmo alternante. Además, si el trazado fuera en línea recta me desgastaría enseguida por el rozamiento.
C: Sí, de momento la fricción entre nosotros es asumible.
P: Ya sabes lo que dicen del roce...
150 Km/h.
Catenaria: ¿Sabes, Pantógrafo?, estoy comenzando a calentarme.
Pantógrafo: Sí, lo noto, pero creo que no tanto como yo...
270 Km/h.
Catenaria: ¡Uf!, vas muy deprisa, ¿no? Te veo muy acelerado...
Pantógrafo: Es por tu alto voltaje.
C: ¡Qué emocionante! Veo tu convoy recorriendo la vía a gran velocidad, y cómo el morro de tu locomotora penetra en el aire con fuerza, empujándolo sin descanso, quilómetro a quilómetro, venciendo fácilmente su resistencia.
P: Sí, así es. Está perfectamente diseñado para eso, para abrirse camino sin que nada lo detenga...
350 Km/h.
Catenaria: Pantógrafo, dime una cosa, es que siento mucha curiosidad: ¿cuántos caballos tiene tu locomotora?
Pantógrafo: Veintisiete mil cuatrocientos diez.
C: ¿Puedes repetirlo, por favor? Es que sólo de escucharlo...
440 Km/h.
Catenaria: ¿Notas el calor? ¡Estás incandescente!
Pantógrafo: Es por la fricción, Catenaria. Aumenta con la velocidad.
C: Siento una intensidad indescriptible, cómo me recorres velozmente en toda mi longitud, cómo te vas acoplando con la presión justa a las subidas y bajadas de mi cable, sin perder en ningún momento el contacto, manteniéndote en tu sitio con firmeza. Me haces vibrar. [...] ¿Sabes?, tenías razón: el roce hace el cariño.
P: Yo también te estoy cogiendo cariño, preciosa. No te imaginas cómo estoy disfrutando de tus sinuosidades y de tu contoneo. Desde luego, entre tú y yo hay chispa.
C: ¿Lo ves?, veinticinco mil voltios dan mucho de sí.
P: Tanto como veintisiete mil caballos.
C: ¿Y sabes si falta mucho para llegar al límite de velocidad? Es que estoy a punto de...
P: El límite está en quinientos quilómetros por hora.
C: ¡Dios mío!, no sé si podré soportarlo. Tengo miedo de romperme, o de que tú te quemes.
P: Todo irá bien, preciosa; ya verás. Llegaremos juntos hasta el final. Y yo estaré a tu lado, pegadito a ti en todo momento.
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