Nena:
Mirando tu cara al amanecer, me he dado cuenta de que estabas muy a gusto. Incluso en algún momento, sonreías. Por eso, he preferido dejarte durmiendo y no despertarte.
Por cierto, cuando te levantes, que sepas que hay crema de sésamo y leche de avellanas en la nevera, tostadas e infusiones exóticas en la despensa y toallas limpias en el baño, por si quieres ducharte (imagino que tendrás ganas...). Ah, yo no uso secador, pero si te sientas a desayunar junto a la ventana del salón se te secará el pelo enseguida. Allí, el Sol entra de lleno por la mañana. Ya verás. Lo vas a disfrutar.
Hace un rato, he tenido que salir a atender un asunto de trabajo. Por eso, te he dejado sola. Pero me alegrará verte por ahí cuando esté de vuelta al mediodía. Iremos a un sitio que nunca olvidarás. Se parece a ti. Y sé que te encantará.
Otra cosa: más tarde o más temprano, echarás de menos tu bufanda. Me gustaban sus colores y hacía frío, así que te la he cogido prestada. Seguro que no te importa.
Además, huele a ti.
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