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El opio del pueblo


La escena que se observa en la fotografía (tomada esta misma mañana por un servidor), es moneda de cambio en nuestros días. Y va in crescendo. Hasta el punto en que está alcanzando proporciones epidémicas. Porque ya da igual si aguardas turno en una sala de espera, si entras en un vagón del metro o si vas a la playa a tomar el Sol: te vas a encontrar por doquier a gente mirando el móvil. La mayoría de ellos consultando o escribiendo en Facebook, o bien wasapeando.

El fin de semana pasado, había quedado con unas amigas en una esquina de la Plaza de la Reina de Valencia, justo en un lugar donde se ubicaba una terraza con varias mesas; unas diez o doce. Ocho de ellas ocupadas; cinco por parejas. Pues bien, en todas esas parejas, sin excepción, él y ella, cada uno por su lado, estaban interactuando con el Facebook o bien wasapeando.

A mí me parece que no hace falta ser extremadamente inteligente, perspicaz u observador para darse cuenta de que este fenómeno social resulta, cuanto menos, muy significativo. Y sin entrar a juzgarlo, ni criticarlo ni condenarlo, inevitablemente, acude a mi mente un comentario que pronunciara hace varias décadas un tal Albert Einstein:

Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad, porque el mundo solo tendrá una generación de idiotas.

Lo que me pregunto ahora es si ese comentario fue una profecía.

Porque como lo sea... vamos apañados.

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