De: Héctor Olmos García (hector_og@aerospatiale.com)
Para: Celia Olmos Alea (celiamoremio@hispanet.es)
Asunto: Dudas y certezas.
Celia, querida hijita:
Te veo muy guapa en la foto que me has mandado, pero un poco pensativa. Y te comprendo perfectamente: estás con el alma en vilo. No es para menos.
No sé si te costará captar lo que voy a decirte. Sobre todo, teniendo en cuenta el punto en el que te encuentras ahora mismo: buscando certezas. ¿Pero sabes una cosa? Hay tan pocas cosas seguras en esta vida, tan pocas...
Yo sé que ese chico te gusta mucho. Y tú, lógicamente, quieres saber si le gustas a él. Normal... Sin embargo, yo creo que llegar a la certeza es algo así como cuando le das a alguien el primer beso: los instantes previos, ésos en los que bulle la efervescencia, ésos en los que la sangre arde, son casi mejores que cuando ya das el beso. Eso me lo dijiste tú hace poco, que conste. ¿Recuerdas? Y yo pienso igual que tú.
Pues lo de las dudas, tal como yo lo veo, es algo parecido, cariño: te hacen vibrar, palpitar, desear... Y es ahí, en ese punto exacto, donde surge la intensidad. Y a veces, incluso, lo sublime. Aquello indescriptible que, sin embargo, nos hace sentir profundamente vivos. Porque luego, cuando llegas a la "certeza", descubres tarde o temprano que es efímera.
El caso es que la sociedad nos ha enseñado a buscarlas, y a no cejar en nuestro empeño hasta encontrarlas. Nos dicen que las certezas son esas cosas que nos hacen sentir seguros cuando nos instalamos en ellas. Y nos dicen, además, que no hay nada mejor que la seguridad... en lo externo. ¿Pero te imaginas sentirte segura en la duda?
¿Pero cómo estar segura si no sé si le gusto?
Pues, simplemente, estando segura de ti misma: de lo que sientes, de lo que deseas, de que puedes conseguir lo que te propongas con fe, de que la vida te acoge, te sostiene y te apoya en cada momento... independientemente de cómo sean las cosas. E independientemente de si le gustas a ese chico o no.
Una de esas pocas certezas que tengo, amorcito, es que a los chicos nos encantan las chicas seguras de sí mismas; tanto como a las chicas os encantan los chicos seguros de sí mismos.
¿No me dijiste que ese chico es el delegado de tu clase y el capitán del equipo de fútbol? O sea, que probablemente es un líder...
Mira: aunque luego me digas que no soy objetivo y que mi amor de padre me pierde, pienso que eres una persona afortunada. Te lo digo de corazón. Los dioses se portaron bien contigo, Celia, porque, además de belleza, te concedieron el don de la gracia, un corazón oceánico, una mente arbórea... Si además de todo eso, eres una persona segura de ti misma, te garantizo que no se te resistirá ningún chico. Incluso, probablemente, tendré que acompañarte adondequiera que vayas para quitártelos de encima (que no; que es broma, tonta).
Bueno, cariño, no me hagas mucho caso.
Creo que me estoy haciendo viejo...
Tu padre, que te ama:
Héctor.
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