Braunau am Inn, Imperio austrohúngaro, 17 de abril de 1899.
Adolf: Papá, ya sabes que me gusta mucho dibujar. ¿Tú crees que de mayor podría llegar a ser un gran pintor?
Papá: Tú ya eres grande y hermoso, hijo mío. Eres inteligente y sobradamente capaz de crear belleza. Puedes llegar a ser lo que tú quieras. Además, sabes que puedes contar conmigo y con mi apoyo. Te amo con todo mi alma, Adolf, tenlo muy presente. Y ahora acércate, cariño, y dale un gran abrazo a tu padre.
Tres días más tarde...
Adolf: ¡Qué buena está la tarta, Mamá! Es un gran regalo. Muchas gracias.
Mamá: Gracias a ti, Adolf, por inspirarme. ¿Me dejas que diga unas palabras? Hoy es un día importante: cumples diez años. ¡Nada más y nada menos!
Adolf: Claro que sí, mamá. Di lo que quieras.
Mamá: Pues quería darte las gracias a ti, querido hijo mío, por haber llegado a nuestras vidas. Eres un maravilloso regalo de Dios, y el fruto del amor que nos tenemos tu padre y yo. Quiero que sepas que siempre te llevo en mi mente y en mi corazón, adondequiera que voy. Tú y tu padre sois los seres que más amo de este mundo. Y tú, mi pequeño príncipe, eres la alegría de mi vida. Así que ojalá que cumplas muchos más años, y que tu padre y yo podamos verlo. [...] Ven que te dé un beso, precioso.
Al día siguiente...
Maestro de escuela: A ver, ahora te toca a ti, Adolf. Por favor, ¿te importaría leernos tu redacción sobre tu mejor amigo?
MI MEJOR AMIGO
Mi mejor amigo vino de muy lejos a vivir a estas tierras. Lo conocí un día en la calle, cuando unos niños se estaban metiendo con él. Estaba llorando en mitad de la calzada cuando el cochero de un carruaje le gritó: "¡Aparta, escoria!".
En aquel momento, no entendí por qué algunas personas son capaces de decir esas cosas tan feas a otras. Además, ¿cómo se le puede decir eso a un niño de siete años? Mi amigo no había hecho daño a nadie...
Con el tiempo, comprendí que hay personas que odian a otras personas porque son diferentes, porque tienen un color de piel diferente, porque hablan un idioma diferente, o porque son de una raza diferente... Pero mi amigo y yo somos iguales. Los dos lloramos cuando estamos tristes. Los dos sangramos cuando nos hacemos una herida. A los dos nos gusta ir en bicicleta. A los dos nos gustaría viajar un día a la Luna. Mi amigo es como mi hermano; y le quiero.
Me gustaría vivir en un mundo donde los seres humanos pudieran relacionarse como hermanos, sin importar su raza, su religión ni el color de su piel. Y sé que cuando sea mayor haré todo lo posible por vivir en un mundo así.
Vivir en un mundo sin guerras ni violencia, y poder compartirlo con Aaron Abramovich.
Mi mejor amigo.
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