Rea: ¿Sabes, Laos?, a veces he pensado que yo era especial, única y diferente, pero hay tanta gente, tantos seres humanos como yo en este mundo: especiales, únicos y diferentes. Cada uno, hijo de un padre, de una madre, con unas circunstancias hechas a su medida, con una historia que contar, experimentando una vida singular e irrepetible.
Laos: Pues multiplica todas esas vidas de todos esos seres que viven en el momento presente por todas las vidas de todos los seres humanos que han existido a lo largo de la historia, en cada ciudad, en cada región, en cada país, en cada continente de este planeta.
Rea: Serían miles y miles de millones de vidas, de instantes, de épocas, de intensas emociones, de anhelos insatisfechos o de recuerdos que el tiempo nunca podrá borrar. Las vidas de seres que han reído, que han llorado amargamente, que han creado magia y belleza con sus actos, que han conocido el placer y el dolor.
Laos: ¿Te imaginas ahora cuántos seres habrá más allá de nuestro planeta? Me refiero a seres como nosotros, que tengan conciencia de sí mismos, que sean capaces de pensar y de amar. Cuántos, a lo largo de sucesivos eones...
Rea: Sí, deben de ser incontables. Quizá tantos como granos de arena en una playa, o como estrellas brillando en el cielo de esta misma noche. Quién sabe... [...] Ojalá pudiéramos abrazar con nuestras propias almas toda esa infinitud, toda esa eternidad; poder sentirla palpitando bajo nuestra piel...
Laos: ¿Y acaso no está ocurriendo ya, Rea?
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