La palabra democracia nace a partir de la unión de las griegas dḗmos (pueblo) y krátos (gobierno). Por lo que, literalmente, viene a significar gobierno del pueblo.
Un buen ejemplo de organización democrática es una comunidad de vecinos. El presidente es elegido cada año y su poder está completamente supeditado a lo que decida en cada reunión la asamblea de vecinos. Él, por sí sólo, no puede decidir, ni siquiera, cambiar el color de la pintura del rellano. Todas las decisiones se resuelven en asamblea y por mayoría. Y se convoca una reunión cada vez que surge un tema mínimamente importante, desde un vecino que cause molestias hasta el color en que se va a repintar la fachada del edificio. En definitiva, que todos los vecinos tienen voz y voto, y son soberanos respecto de su territorio.
Ahora imaginemos que en la planta baja del edificio de esa comunidad, un buen día, se abre un pub. Un local muy bullicioso que termina su actividad a las tres de la madrugada. Un local cuyos ruidos se propagan por el deslunado del edificio e impiden conciliar el sueño, normalmente, a la práctica totalidad de los vecinos. Ahora imaginemos que el edificio tiene veinte viviendas, y que los veinte propietarios se unen para impedir que ese local siga causando esas molestias. Veinte vecinos que no pueden dormir contra un local ruidoso, con la ley en la mano, tienen todas las de ganar.
Esto sería un buen ejemplo de cómo una comunidad organizada democráticamente, y soberana impide, con la ley en la mano, que el afán lucrativo de un empresario sin escrúpulos (que antepone su interés económico al de la comunidad de la que forma parte) pisotee el interés común (vivir en paz, descansar...) de veinte familias. Y, desde luego, parece algo muy lógico, y comprensible, que esa comunidad haga valer sus derechos frente a la tiranía y al avasallamiento de una sola persona.
Entonces, si estamos de acuerdo en esto, y lo vemos lógico y comprensible, ¿por qué los estados democráticos y soberanos permitimos que nos gobiernen empresas multinacionales a través de gobiernos-marioneta? ¿Cómo puede primar el interés de unos pocos frente al interés de millones de ciudadanos? ¿Cómo es posible que esto suceda?
Pues sucede porque el pueblo lo permite. Ni más ni menos.
Por ejemplo: en un estado empobrecido y azotado vigorosamente por una crisis prefabricada, como es España, ¿quién decide que una anciana enferma que vive sola pueda o no pueda tener calefacción en invierno? ¿Lo decide un gobierno manipulado por una empresa multinacional del sector eléctrico o lo decide el pueblo? Porque si en este caso se antepone el interés de una empresa al de millones de familias empobrecidas que pasan frío en invierno... esto no se parece a una democracia. Esto es, más bien, una oligarquía (literalmente, gobierno de unos pocos... privilegiados).
Tal vez algunos piensen que entregarle el poder al pueblo, entregárselo de verdad, y que éste decida su destino en asambleas populares sea un planteamiento radical y extremista, una idea propia del comunismo o de repúblicas bananeras. Sin embargo, un país como Suiza tiene poco de comunista o de república bananera. Ahora bien, lo que sí tienen los suizos, aparte de mucho dinero y paisajes extraordinarios, es cultura, y, como pueblo, la autoestima muy alta. Eso, por encima de todo.
Sí, amigos, en el fondo todo esto es una cuestión de autoestima: de darnos a nosotros mismos lo mejor (creernos merecedores de ello). De trabajar y hacer lo justo y necesario para que así sea. De unirnos codo con codo y luchar con coraje por defender y reivindicar aquello que legítimamente nos corresponde.
Porque si democracia es votar cada cuatro años y que durante un cuatrienio nuestros gobernantes antepongan el interés de unos pocos al de la mayoría de los ciudadanos, entonces que venga Dios y que lo vea.
Eso no es democracia. Es un gran timo. Una estafa en toda regla.
Eso no es democracia. Es un gran timo. Una estafa en toda regla.
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