Devoras los libros. Me gusta ese rasgo de ti. Yo lo denomino bibliofagia.
Te sienta bien leer. Te alimenta. Te nutre. Y eso se nota. Se nota que estás bien nutrida...
De lo que se come, se cría. Lo he comprobado. Me he dado cuenta, por ejemplo, de que te vuelves particularmente cálida después de haber leído a Gioconda Belli. Especialmente dulce con Juan Ramón Jiménez. O muy lógica cuando te comes a Marco Aurelio...
Además, leer te hace sexy. Multiplica tu encanto...
Me da gusto observarte en ese trance: ligera de ropa, descalza, con el pelo recogido y tus gafas puestas.
Observarte ahí, medio tirada en el sofá, abstraída del mundo, y ver cómo te maceras lentamente en los parágrafos...
El caso es que la semana pasada fue un placer charlar contigo después de que acabaras El Kybalion de Hermes. Dice mucho de ti que hayas comprendido sus siete principios a la primera.
Por otro lado, me alegra que El arte de la guerra, de Sun Tzu, te esté ayudando a lidiar mejor con los avatares de tu trabajo. Ahora, te noto mucho más relajada.
Y si mis cálculos son correctos, preveo que a media tarde de hoy sábado termines de leer Las edades de Lulú, de Almudena Grandes.
La noche será larga...
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