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Mostrando entradas de marzo, 2015

La nota

Nena: Mirando tu cara al amanecer, me he dado cuenta de que estabas muy a gusto. Incluso en algún momento, sonreías. Por eso, he preferido dejarte durmiendo y no despertarte.  Por cierto, cuando te levantes, que sepas que hay crema de sésamo y leche de avellanas en la nevera, tostadas e infusiones exóticas en la despensa y toallas limpias en el baño, por si quieres ducharte (imagino que tendrás ganas...). Ah, yo no uso secador, pero si te sientas a desayunar junto a la ventana del salón se te secará el pelo enseguida. Allí, el Sol entra de lleno por la mañana. Ya verás. Lo vas a disfrutar. Hace un rato, he tenido que salir a atender un asunto de trabajo. Por eso, te he dejado sola. Pero me alegrará verte por ahí cuando esté de vuelta al mediodía. Iremos a un sitio que nunca olvidarás. Se parece a ti. Y sé que te encantará. Otra cosa: más tarde o más temprano, echarás de menos tu bufanda. Me gustaban sus colores y hacía frío, así que te la he cogido prestada. Seguro

República de Iberia

Año 2051. España: Bom dia , Portugal. Portugal: Bom dia, bela. Tú sempre tão madrugadora. España: Ya sabes... mis costas de levante y el amanecer se llevan de maravilla. Vamos, como uña y carne. Portugal: Jejeje. Te encuentro muy sexy cuando pronuncias las eñes. Y... a propósito, o seu português mejora día a día. España: Gracias, precioso, tú también estás ganando muchos puntos con el español. Será por eso que nos entendemos tan bien. Portugal: Sí, cuestión de práctica... España: ¿Sabes?, yo también te encuentro muy atractivo en los últimos tiempos. Portugal: ¡Vaya!, ¿y cómo es posible? Si yo soy bastante más pequeño que tú. España: Creo que empecé a sentir eso hace cosa de veinte años, cuando se descubrieron las minas de oro en tu territorio y te convertiste en muy poco tiempo en la primera potencia de Europa. Aunque lo mejor de todo es que tu gobierno de entonces decidió nacionalizar esas minas y repartir la riqueza entre el pueblo. Eso me encantó. Y

Alia

Cuando la conocí, Alia llevaba veinticinco años dando vueltas alrededor del Sol. Aunque lo acertado sería decir que es el Sol el que gira alrededor de ella. En cualquier caso, ambos se parecen. Claro que, el Sol no se puede tocar con las manos, ni besar, ni acariciar. Además, a diferencia del astro, Alia puede mirarse fijamente sin quemarse uno la retina.  La primera vez que la vi, íbamos en el tranvía. Era primavera. Ella lucía con gracia y sensualidad un vestido corto de tubo, estampado en un nido de abeja multicolor, y llevaba un colgante vítreo de cordón anudado al cuello y reavivando el conjunto unas sandalias tan minimalistas que no sé bien cómo podían sujetarse a sus hermosos pies. Y es que, incluso cuando Alia se vestía toda de negro (pura elegancia), y se dejaba caer su pelo lacio por la cara, incluso así, sus ojos marrón oscuro despedían una luz fogosa y centelleante de variados colores, como en un castillo de fuegos artificiales, de ésos que te emocionan. ¿Sabéi

Madre

Cuando pienso en esa manzana compartida que me llevo a la boca y disfruto con deleite, en la tela de la camisa que con eficacia recubre mi torso, en el metal brillante del que están hechas las monedas que guardo en mi bolsillo o en el aire costero que inhalo y expande sobremanera mis pulmones, me doy cuenta de que todo eso proviene de ti. Tú eres la raíz misma, el origen, el génesis. La causa primera de aquello que me da la vida, de aquello que me sustenta en éste, tu mundo.  Cuando cierro los ojos y escucho el canto de los pájaros, el cascabeleo alegre de las aguas que bajan por el arroyo, el susurro del viento penetrando el follaje de los árboles o el gran rugido multiplicado del jaguar, algo dentro de mí resuena y se estremece, ¡vibra! Y me hace sentir tan vivo, tan intensa y profundamente vivo... Tal vez, porque ellos y yo estamos hechos de la misma materia. Quizá, porque, en el fondo, somos lo mismo: hermanos de sangre. Cuando te miro: redonda, azul, inmensa. Cuando ob

Trapos sucios

Lo que para muchos es un asunto desagradable, para mí, es la razón de mi existencia, lo que me da la vida: los trapos sucios. Cuando a mi alrededor escucho frases del tipo  No me saques ahora tus trapos sucios , yo pienso: Dámelos a mí, que yo me encargaré de ellos con amor. Y es que, conforme pasan los días de la semana, voy deseando más y más que llegue el momento de la colada. Imaginadlo: notar cómo una mano humana me toca, cómo aprieta mis teclas y gira mis botones para programarme, cómo deposita detergente y suavizante en los compartimentos de mi cajetín, cómo rellena mi espacio interior con camisetas, calcetines, toallas, sábanas... Me hace sentir tan plena... Qué maravilla. Qué felicidad. Todo el proceso comienza cuando mojo los trapos sucios. Primero, los humedezco, y luego los empapo. Entonces, dejo que entre el detergente y empiezo a darle vueltas a todo para que se mezcle bien con el agua. Giro a la izquierda, giro a la derecha; izquierda, derecha, y vuelta a

Propiedades del amor

El amor es la energía más poderosa del Universo. Fundamentalmente, porque constituye la quintaesencia de todas las cosas, de todos los seres, y porque es capaz de saltarse todas las leyes y transformar todas las realidades de un modo amplio y profundo. El amor es algo concreto. Es un todo. Es un potencial que se puede materializar y corporeizar. Es una sustancia. Y, como tal, posee distintas propiedades. Veamos a continuación algunas de ellas: ILUMINA. Cuando el amor hace acto de presencia, desplaza a la oscuridad, permite reconocer las cosas tal como son y ver el camino más adecuado para seguir adelante. CALIENTA. No hay frialdad humana que pueda resistirse a los efectos de la llama vigorosa del amor, a su fuego, a su reconfortante y apacible calidez. ABRILLANTA. El amor puede convertir un ser opaco y deslucido en uno brillante, quizá por los efectos de su propia autoestima, o de la fe de otro sobre aquél. Esa fe que sostiene que con la voluntad uno puede conseg

Kizomba

El otro fin de semana, salí por ahí con unos amigos a cenar, tomar algo y echar unas risas. Hacía tiempo que no nos veíamos. Pasada la medianoche, desembocamos en un local de moda, mezcla de pub y salón de baile. Y total: que en un momento dado empezó a sonar una música extraordinariamente pegadiza y muy sugerente. Fue entonces, precisamente en ese instante, cuando una pareja que parecía salida de la nada, se puso a bailar en medio del gentío.  Él vestía un traje negro de raya diplomática con chaqueta entallada y una corbata en gris perlado. Pulcro. Impecable. Zapatos acharolados, muy brillantes. Pelo engominado. Y un fino bigote perfectamente recortado, a lo Errol Flynn, que acentuaba elegantemente sus rasgos varoniles. Ella, por su parte, llevaba un vestido de tubo atirantado, en color gris oscuro destacando sobre el blanco, falda de orilla avolantada y por detrás media espalda al descubierto. Lucía una melena semiondulada, suelta y ligeramente cobriza. Y calzando, unos p

Conexión

(Diario de Amira). Domingo, 20 de abril. Ayer, me bajó la regla y me sentía muy sensible. Sensible e inquieta. Notaba un dolor palpitante mordisqueando mis entrañas, como si toda yo me desgranara por dentro. Hoy, he amanecido triste, con miedo, y con la cabeza saturada de preguntas y de dudas. Supongo que por eso necesitaba salir de casa, respirar un poco de aire fresco y despejarme. He ido muchas veces al bosque. No sabría decir cuántas, pero muchas; desde que era pequeña. Lo conozco palmo a palmo: cada árbol, cada piedra, cada sendero, cada madero del pontón que cruza el arroyo... Porque el bosque es, de este mundo, mi lugar preferido. Mi lugar secreto cuando quiero estar sola y desconectar de todo. Así que he vuelto allí al mediodía. De camino, el viento de la primavera soplaba racheado y con vigor. Sus ráfagas me empujaban por la espalda, impetuosamente, con violencia. Pretendían derribarme. Aunque yo ya me sentía por los suelos... En el cielo, allá arr

Querido Papá

Valencia, 5 de junio de 2016. Querido Papá: Ha pasado mucho tiempo desde que te marchaste. Muchos años. Yo aún era pequeño. Lo recuerdo. ¿Sabes?, las cosas han cambiado mucho por aquí desde entonces. Muchísimo. Ni te imaginas. Volvieron a poner tranvía en Valencia; y ahora vivo junto a las vías. Me mudé a la Malvarrosa hace poco más de dos meses, justo al lado de donde tú vivías. ¿Será el destino? Por cierto, ¿te acuerdas de aquella fábrica de tubos de cemento junto a la estación de La Cadena? ¿Y te acuerdas cuando paseábamos por la huerta, por aquella vía muerta del tren? Pues ahora ya no queda nada de eso. Todo está urbanizado. Todo es nuevo. Ahora, veo el mar desde mi despacho. Y también el propio tranvía, que, a veces, hace sonar una campanita cuando alguien se interpone en su camino. Me encanta ese sonido. No sé decirte por qué. ¿Y sabes otra cosa? Ahora, los teléfonos no tienen un disco con agujeros que has de girar para marcar el número. En su lugar, se