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El día de los enamorados



11 de marzo

Eida: Cariño, ¿me subes la cremallera del vestido?
Aronte: Si eso me da derecho a desabrochártela más tarde, sí.
Eida: Bueno, ya sabes que todo lo que sube, tarde o temprano, tiene que bajar...


7 de abril

Aronte: Preciosa, ¿a que no sabes que te he preparado mientras ibas a correr?
Eida: Por el brillo de tus ojos, diría que... ¡tiramisú!
Aronte: A ver, ¿puedes volver a pronunciar esa palabra? Pero muy, muy despacio.


20 de abril

Aronte: ¿Por qué has desquedado con tus amigas? Hoy es sábado y tenías una cena importante, ¿no?
Eida: No quiero dejarte solo en casa con treinta y nueve de fiebre.
Aronte: No te preocupes, preciosa, puedo apañarme; de verdad.
Eida: Fiebre... sábado... ¿No quieres que te baile como John Travolta?


30 de junio

Eida: Aronte, ¿vas a meterte en la bañera?
Aronte: Sí, ¿por?
Eida: ¿Tú te acuerdas del Principio de Arquímedes?
Aronte: Pues... ahora mismo... no. ¿Por?
Eida: Por si quieres que te lo recuerde con un ejemplo práctico...


17 de agosto

Eida: ¿Qué es esto?
Aronte: ¿No lo ves, Eida? Dos billetes de avión.
Eida: ¡¿Para Islandia?!
Aronte: ¿No dijiste el otro día que te gustaría ir a un balneario conmigo y que hiciéramos una sauna juntos?


30 de diciembre

Eida: ¿Qué te parece mi nueva falda, Aronte? ¿Dirías que me sientan bien los cuadros?
Aronte: Los cuadros, los lunares, las rayas, los rombos, las elipses...


14 de febrero

Eida: Ahora sopla las velas y pide un deseo. Pero en voz alta, ¿eh?
Aronte: Que la próxima vez lo hagamos sin preservativo.
Eida: ¿Lo dices para que podamos sentir más?
Aronte: No es sólo por eso, preciosa...

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Valencia, 15 marzo de 2014. Torre de Santa Catalina: Miguel, ¿cuánto tiempo hace que nos conocemos? Torre de El Miguelete: Poco más de trescientos años, Catalina. Catalina: Aún me acuerdo de cuando nací, a principios del siglo XVIII. ¿Te acuerdas tú? Miguel: Por supuesto que me acuerdo. Llevaba mucho tiempo solo, aquí, en medio de la ciudad, y entonces, poco a poco, fuiste apareciendo tú. No imaginas cuánto me alegré de tu llegada. "Por fin una torre como yo, cerca de mí", pensé. Catalina: Cuánto ha cambiado Valencia, ¿eh?, a lo largo de todos estos siglos... Se ha convertido en una metrópoli muy grande, enorme, y bulliciosa, incluso los seres humanos han construido máquinas voladoras que surcan sus cielos. Es increíble, ¿verdad?, de lo que son capaces las personas... Miguel: Yo llevo mucho más tiempo que tú en la urbe. Antes, incluso, de que los hombres de estos reinos llegaran a las Américas. Tú aún no habías nacido. Aquellos pasaban por ser tiempos

Vaalbará

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