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Alfa


Beta: Hoy hace un frío espantoso. No recuerdo un invierno tan crudo como éste...
Alfa: Lo soportaremos.
Beta: ¿Y qué vamos a hacer con la comida? Empieza a escasear la caza... y la nieve es tan espesa... No conseguimos alcanzar nuestras presas.
Alfa: Iremos a cazar montaña abajo. Allí la capa de nieve es más fina. Correremos más rápido. Las alcanzaremos.
Beta: ¿Sabes?, tengo miedo. Miedo a la escasez, a vivir en la penuria, a sufrir, a morir de hambre y de frío, lentamente... 
Alfa: Nosotros, nuestra manada, vivimos en armonía con La Gran Madre, y como hermanos entre nosotros. Cazamos a los animales más débiles para sobrevivir. Nunca matamos si no es estrictamente necesario. Somos nobles; y, por tanto, merecemos vivir felices y en la abundancia. El Gran Espíritu del Bosque lo sabe, y por eso nos protege y ampara. Siempre lo ha hecho. Así que tenlo presente cuando las dudas y el miedo te asalten.
Beta: A veces pienso que nunca seré un alfa como tú. Tengo tanto que aprender...
Alfa: Algún día serás un gran alfa. No tengo la menor duda. Está en tu destino. Lo veo.
Beta: ¿Cómo puedes estar tan seguro?
Alfa: Porque yo era como tú.

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Vaalbará

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Los indios no eran los malos de la película

Cuando yo era pequeño y veía las películas de indios y vaqueros en la tele, enseguida me identificaba con los vaqueros. No era de extrañar. A fin de cuentas, a los indios se les pintaba, a todas luces, como los malos, como los salvajes, como unos sanguinarios sin piedad. Sin embargo, los vaqueros, al contrario, eran la gente decente. Los colonos que llegaban a la tierra prometida y se sentían plenamente legitimados para conquistarla, para apropiarse de ella, para explotarla y establecerse allí con sus familias. Ese, aparentemente, era un noble propósito: conquistar un trozo de tierra para darle a tu familia, a tus hijos, la oportunidad de tener una vida mejor y más próspera. Y es, como digo, algo humanamente lógico. Porque, ¿quién no desea tener una vida mejor para sí mismo y para los suyos? Claro que, cuando dejé de ser un niño y me hice mayor, y me informé adecuadamente acerca de aquellos acontecimientos históricos, no tardé en comprender que los indios no eran los malos