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Mostrando entradas de junio, 2014

Anoche soñé contigo

Llegaba hasta ti volando, como con alas nacidas de mi espalda, desde el espacio más profundo, hasta tomar tierra en la planicie de barlovento, lugar donde se aquietan y reposan las aves de metal. Un sendero abrupto y agrietado me condujo hasta la costa, donde encontré el océano perpetuo que te abraza cosido al horizonte. Luego, prosiguiendo con el itinerario por la vastedad de tus atlas,  dejé atrás los conos adormecidos de tus volcanes, caminando hasta llegar a Betancuria.  Allí descubrí bajo mis pies la yerba fresca y anómala que nunca desverdece, miríadas de hexápodos recorriendo en procesión la tierra basáltica, y más hacia el sur, la arena llegada del Sahara, formando dunas infinitas con formas sinuosas. En ellas pude leer mi destino, que no era otro que adentrarme por tus resquicios calcinados, penetrar en tus simas más profundas y descifrar, si fuera posible, los mapas de tus infiernos. Sólo para entender esa esencia tuya,

Fúmame, fúmame mucho...

Cuando te sugerí hace un par de meses que cada vez que tuvieras ganas de fumar un pitillo me fumaras a mí, no imaginé que fueras a tomártelo tan en serio, ni tan al pie de la letra. Pero me alegro. Eres decidida. Eso me gusta... En las últimas semanas, ya te he pillado unas cuantas veces haciendo el amago: te acercas a la cajetilla, alargas los dedos para sacar uno, lo enciendes, te lo llevas a los labios, pero, en el último momento, caes en la cuenta y desistes: lo apagas; esbozando esa sonrisa picarona que tanto te caracteriza… Entonces, justo después, vas y te lanzas sobre mí, transformando tu ansia nicotínica en una suerte de impulso corpóreo que puede adoptar las formas más variadas, ya sean prolongados besos de tornillo, tiernos abrazos de osezna, caricias sinuosas…  En otras ocasiones, tu pulsión es más ardorosa; por lo que, irremediablemente, terminamos bajo las sábanas, como felinos… Táchame de inmodesto, pero sé que a veces tengo unas ideas brillantes...

Preposiciones

A ella la elijo para compartir un planeta y una época. ANTE  la Madre Tierra que me acoge. BAJO  este cielo limpio que me ampara. CON  la simple certeza de lo que ahora mismo siento. CONTRA  todo pronóstico establecido en el pasado. DE  un modo que nunca hubiera imaginado. DESDE  que la vi aquella primera vez. DURANTE  el tiempo que surja espontáneamente. EN  cualquier circunstancia que se dé. ENTRE  nosotros dos quedará todo. HACIA  delante y hacia arriba caminamos. HASTA  el infinito, y más allá. MEDIANTE  ese puente de doble sentido que nos une. PARA  gozar, reír y amarnos sin medida. POR  la gracia de Dios. SEGÚN  nos dicte el corazón. SIN  ataduras de ninguna clase. SO  pena de ser muy felices. SOBRE  todas las cosas de este mundo...

Lo imposible

California, EEUU. Diciembre de 1855… Mamá: ¿Por qué lloras, hijo mío? ¿Qué te ha pasado? Has vuelto muy temprano del colegio, ¿no? Tommy: Es que… el profesor Grant me ha dicho delante de toda la clase que soy un alumno “estéril e improductivo”, que nunca llegaré a ser alguien en la vida… Marzo de 1859… Isaac: Cariño, ¿ese muchacho que vende periódicos no es Tom, el hijo de Samuel y Nancy? Liz: Sí, el mismo… Pues fíjate, ¡qué bajo ha caído! Dejó la escuela y ahora es un pobre vendedor callejero. Dicen que cuando no trabaja se pasa las horas muertas en la biblioteca, leyendo libros de ciencia sin parar. Y ya ves de qué le sirve: para ser un don nadie sin futuro. Dieciocho años después, 5 de julio de 1877… Brian: El jefe lleva más de dos semanas probando filamentos, uno detrás de otro, pero nada… se funden a las pocas horas. Douglas: Pues ahí está, intentándolo una y otra vez. Parece que no se rinde… Dos meses más tarde… Steve: Es incr

Teo

Lugo, Galicia, España.  10 de junio de 2014. A la atención de D. Román Rodríguez Diputado del Parlamento Gallego, Grupo Popular. Hola señor: Me llamo Teo García Ferreiro y vivo en Lugo. Le he dicho a mi mamá que escriba esta carta para usted porque yo aún no sé escribir muy bien. Escribo muy lento y a veces no sé si una palabra se escribe con be o con uve, y también me equivoco a veces y me tuerzo. Mi mamá, que se llama Cristina, escribe mejor que yo. Así que le he dicho que yo le digo lo que tiene que poner y ella lo pone. Pero que ponga todo lo que yo le digo, sin quitar nada. Señor: mis papás no tienen trabajo desde hace mucho tiempo, ni tampoco tienen dinero. Mis abuelos tampoco tienen mucho dinero, pero nos dan un poco a veces para comprar cosas que nos hacen falta, pero ellos no tienen mucho dinero. A mí me gusta mucho ir al colegio porque juego con otros niños en el recreo y dibujo en clase y mi maestra es muy simpática. Pero también me gusta muc

La duda de Celia

De: Héctor Olmos García (hector_og@aerospatiale.com) Para: Celia Olmos Alea (celiamoremio@hispanet.es) Asunto: Dudas y certezas. Celia, querida hijita: Te veo muy guapa en la foto que me has mandado, pero un poco pensativa. Y te comprendo perfectamente: estás con el alma en vilo. No es para menos. No sé si te costará captar lo que voy a decirte. Sobre todo, teniendo en cuenta el punto en el que te encuentras ahora mismo: buscando certezas. ¿Pero sabes una cosa? Hay tan pocas cosas seguras en esta vida, tan pocas...  Yo sé que ese chico te gusta mucho. Y tú, lógicamente, quieres saber si le gustas a él. Normal... Sin embargo, yo creo que llegar a la certeza es algo así como cuando le das a alguien el primer beso: los instantes previos, ésos en los que bulle la efervescencia, ésos en los que la sangre arde, son casi mejores que cuando ya das el beso. Eso me lo dijiste tú hace poco, que conste. ¿Recuerdas? Y yo pienso igual que tú. Pues lo de las dudas, tal

Diario de Pierre Curie

12 de agosto de 1901. Ushuaia, Argentina.  Esta mañana me he levantado poco antes de que saliera el Sol. Venía de atravesar un sueño tan intenso que por un momento he pensado que me encontraba en París. Pero justo después de lavarme la cara, en el desagüe del lavabo, he comprobado que el remolino de agua que se había formado giraba hacia la izquierda, en vez de hacia la derecha. Entonces, he comprendido que me hallaba en el Hemisferio Sur de la Tierra, a unos trece mil quilómetros de Marie. Anoche, entrada ya la madrugada, vi una aurora austral. Fue un espectáculo impresionante, sobrecogedor. Jamás hubiera imaginado algo así. Fulguraba en un reconocible color púrpura, y me acordé de ella. Recordé aquella noche en el laboratorio, en la que descubrió (gracias a su luminiscencia) el carácter radiactivo del radio. Porque una aurora es como un puñado de polvo de radio fosforescente pero multiplicado por un millón. Me temblaban las piernas… El caso es que, durante estos

"Rouge"

Al volver  esta tarde  a casa, he encontrado encima de la mesa del salón un pequeño frasco de quitaesmalte, con la tapa abierta, junto a unos algodones manchados de rojo.  Qué alegría me ha dado. Al fin se ha dado cuenta de que amo sus manos tal como la amo a ella: desnudas, genuinas, sin adornos… Desde luego, no imagino el Taj Mahal pintado de rojo.

Como un tren

El otro día me encontraba tomando fotos cerca de una vía muerta de ferrocarril. Hacía mucho calor... Había colocado el trípode pegado a una de las paralelas, casi a ras de suelo, para sacar una macro de un tornillo oxidado y medio descolocado, que pensaba quedaría fenomenal en color sepia y con el fondo desenfocado. Total: que estaba imbuido en la faena, cuando, de repente, oí unos pasos a lo lejos… La artífice de los mismos era una chica rubia y alegre que andaba confiadamente, descalza y con el torso desnudo, manteniendo el equilibrio sin esfuerzo, por una de las vías. Al observarla, durante mi escrutinio, pensé: A esta chica l a veo muy equilibrada. No  pierde de vista el horizonte, por eso no se cae. L legará lejos en su camino. Tampoco su sonrisa le abandona en ningún momento. Ella sonríe a la vida y la vida le sonríe a ella. Está a gusto en su piel, en paz consigo misma y muy segura de lo que hace. Por eso, va a pecho descubierto, porque es valiente y no tiene

El opio del pueblo

La escena que se observa en la fotografía (tomada esta misma mañana por un servidor), es moneda de cambio en nuestros días. Y va in crescendo. Hasta el punto en que está alcanzando proporciones epidémicas. Porque ya da igual si aguardas turno en una sala de espera, si entras en un vagón del metro o si vas a la playa a tomar el Sol: te vas a encontrar por doquier a gente mirando el móvil. La mayoría de ellos consultando o escribiendo en Facebook, o bien wasapeando. El fin de semana pasado, había quedado con unas amigas en una esquina de la Plaza de la Reina de Valencia, justo en un lugar donde se ubicaba una terraza con varias mesas; unas diez o doce. Ocho de ellas ocupadas; cinco por parejas. Pues bien, en todas esas parejas, sin excepción, él y ella, cada uno por su lado, estaban interactuando con el Facebook o bien wasapeando. A mí me parece que no hace falta ser extremadamente inteligente, perspicaz u observador para darse cuenta de que este fenómeno social resulta, cuan