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Mostrando entradas de 2016

Miopía social

Si yo quisiera resumir con una frase lo que a mi entender le sucede a la Humanidad, de por qué las cosas están como están, y nos va como nos va, diría que, como especie, como colectivo, no vemos más allá de nuestras narices . Y para mí, es un fenómeno generalizado. Una afección que bien se podría denominar como miopía social . Hoy, más que nunca, el ser humano vive alejado de los grandes horizontes . Ha perdido la perspectiva de las cosas. Y, sobre todo, la agudeza visual. El poder apreciar los detalles, incluso a larga distancia. Pero no sólo en el plano físico... A la propia miopía intrínseca del ser humano moderno (desde el inicio de la Revolución Industrial, en el que comenzó a consumarse el gran divorcio entre personas y Naturaleza) se agrega la miopía del momento presente, la cual se ve favorecida por un estilo de vida en el que, cada vez más, se reduce nuestro campo visual. El ordenador, la tablet , y, por encima de todo, el smartphone , además de propiciar la in

La herencia de mi padre

Conforme transcurre el tiempo, poco a poco, el recuerdo de mi padre se va dulcificando en mi memoria. Fueron muchos los momentos agradables que viví con él y que, cada vez más, se me hacen presentes en el día a día. No en vano, once años compartidos con él, aunque esporádicamente (mis padres se separaron al poco de nacer yo), dieron para muchas experiencias. Me acuerdo de los momentos en los que le acribillaba a preguntas: ¿Por qué caen las manzanas de los árboles y no las estrellas del cielo?, ¿Por qué las ruedas de los trenes no son como las de los coches?, o, ¿Por qué se enciende la luz cuando le doy al interruptor? ... La suerte que tuve, inmensa diría yo, es que mi padre era un hombre cultivado. Sabía de todo. Y conocía. prácticamente, todas las respuestas a mis inacabables preguntas. En una época en la que Internet quedaba a varias décadas de distancia del futuro, mi padre se nutría frecuentemente de los libros. Leía todo cuanto caía en sus manos.  Y, ¿sabéis

Iberia

12 de octubre de 2031 Presidencia de la República Federal de Iberia Compatriotas, ciudadanos, hermanos: Me siento inmensamente feliz de compartir con vosotros un día tan señalado como el de hoy. Feliz, y agradecida, por vuestra presencia en este acto, por vuestro cariño y por vuestro demostrado apoyo desde que me elegisteis para representaros al frente de esta gran estado plurinacional. Hoy, hace justo un año, el pueblo español y el portugués firmaron el acta de unificación, en virtud de la cual ambos nos constituimos en la república federal que nos acoge y sustenta, nuestro espacio común y vital, la madre patria: Iberia. Un año, como digo, de unificación consensuada, de fructífera convivencia, y, sobre todo, de paz y de fraternidad entre nosotros. Grandes motivos para la celebración. Asimismo, tal día como hoy, precisamente, un doce de octubre de dos mil veintiuno, los antiguos ciudadanos españoles conmemoramos el final de la monarquía y la reinstaurac

Ausencia

Esta mañana, me ha despertado el golpeteo de la lluvia en el ventanal del dormitorio. El día ha amanecido gris y fresco, como queriendo anticipar prematuramente el final del verano. Y el caso es que, al levantarme, he pensado en ti. Hoy, me he acordado de cuando estuvimos juntos por última vez, hace poco menos de una semana. Hacía calor, así que fuimos a la playa a darnos un baño. ¿Recuerdas que al volver a casa estábamos rojos como pimientos? Bueno, tú como una gamba (sé que no te gustan los pimientos). En fin, debió de ser la sombrilla esa que compramos de oferta, que no filtraba bien los rayos solares... Esa misma noche, la de ese mismo día, me puse a hacer cosas de trabajo con el ordenador, justo después de cenar. Total, que al cabo de un rato, me preguntaste que si veíamos juntos una película, una de Robin Williams, en la que se disfraza de abuelita. Y yo te dije que no, que tenía cosas importantes que hacer. Entonces, empezaste a preguntarme “por qué no” una y otra vez

El experto

Entrevistador: ...señor Andersen, hace un par de meses el presidente de la nación agradeció públicamente, en la cámara de representantes, su inestimable ayuda para resolver el largo conflicto de nuestro país con la República de Rinania. ¿Cómo se sintió en ese momento? Andersen: Satisfecho y muy agradecido. Para mí, fue un gran honor haber contribuido a la paz entre ambos países. Entrevistador: Ahora, todos los ciudadanos sabemos que usted estuvo al frente de la delegación diplomática que llevó a cabo las negociaciones con el gobierno de Rinania. Unas negociaciones que evitaron la que podría haber sido una guerra muy sangrienta. Andersen:  Efectivamente, así fue. Con el trabajo y el esfuerzo de muchas personas, conseguimos alejarnos de esa posibilidad. Entrevistador: En todo este asunto, hay una cosa que, como periodista, me llama poderosamente la atención, y que me gustaría que aclarase a nuestra audiencia. Andersen: Le escucho. Entrevistador: Me refi

El secreto del tío Charles

Tío Charles: Cuánto me alegro de poder bailar contigo en el día de tu boda, querida sobrina. Es un honor para mí. Sarah: Yo también me alegro mucho, tío Charles. Eres un hombre muy especial. Tío Charles: Me alegra que me veas así, preciosa. Sarah: ¿Sabes una cosa?, todas las personas que conozco, en mayor o menor medida, se han dejado a alguien en el camino. Tío Charles: ¿A qué te refieres? Sarah: Pues, por ejemplo, a antiguas parejas con las que no quedan bien, a amigos con los que riñen, a familiares con los que ya no se hablan... Tío Charles: Sí, tristemente, suele ser así. Sarah: Pero tú, sin embargo, te llevas bien con todas tus antiguas parejas, con todos los miembros de esta familia. Además, tienes cientos de amigos que te aprecian. Vamos, que, hasta donde yo sé, no te has dejado a ninguno en el camino. No le guardas rencor a nadie. Y, la verdad, creo que eso no es muy habitual. ¿Cuál es tu secreto? ¿Cómo lo haces? Tío Charles: Tú ya

Hermanos

Vía Láctea: Disfruto sintiéndome llena de mundos, de estrellas y planetas, desde los que habitan mi núcleo hasta los que se desperdigan solitariamente por los extremos de mis brazos. Nunca los he contado todos, pero son tan hermosos. Saturno: Pues a mí me gusta girar y dar vueltas. Observar las rocas que conforman mis anillos, moviéndose lentamente, y brillando con la luz del Sol.  Sol: Dar luz y calor, ese es el sentido de mi vida. Lo que me hace más feliz. Lo que me da plenitud. Tierra: Y por ello te doy las gracias, Sol, por inundarme con tu amor, y por engendrar la vida en mis entrañas. América: Yo me siento afortunada por ser un continente y albergar en la vastedad de mi seno ríos, lagos, desiertos y montañas. Canadá: Te comprendo, América. Yo también me siento afortunada por formar parte de ti, y por esas praderas cubiertas de nieve que me abrigan en invierno, o por los bosques de abetos que perfuman delicadamente mi territorio. Yukón: Pues yo,