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Mostrando entradas de julio, 2014

"Bibliofagia"

Devoras los libros. Me gusta ese rasgo de ti. Yo lo denomino bibliofagia . Te sienta bien leer. Te alimenta. Te nutre. Y eso se nota. Se nota que estás bien nutrida... De lo que se come, se cría. Lo he comprobado. Me he dado cuenta, por ejemplo, de que te vuelves particularmente cálida después de haber leído a Gioconda Belli. Especialmente dulce con Juan Ramón Jiménez. O muy lógica cuando te comes a Marco Aurelio... Además, leer te hace sexy. Multiplica tu encanto... Me da gusto observarte en ese trance: ligera de ropa, descalza, con el pelo recogido y tus gafas puestas. Observarte ahí, medio tirada en el sofá, abstraída del mundo, y ver cómo te maceras lentamente en los parágrafos... El caso es que la semana pasada fue un placer charlar contigo después de que acabaras El Kybalion  de Hermes. Dice mucho de ti que hayas comprendido sus siete principios a la primera. Por otro lado, me alegra que El arte de la guerra , de Sun Tzu, te esté ayudando a lidiar

Acerca del esfuerzo

Existe una idea que ha arraigado profundamente en la mente de muchas personas: que para conseguir cosas en la vida, sobre todo si son importantes, hace falta esfuerzo. Pero no siempre es así. Yo me doy cuenta de que en mi vida me da mejor resultado utilizar la maña, mucho antes que la fuerza. De todas, todas. Y también observo que si estoy en armonía conmigo mismo, o es el amor el que me impulsa para alcanzar una meta, las cosas me salen sin esfuerzo. Doy fe de ello. Así que mi conclusión es muy clara: no siempre hay que esforzarse en la vida para conseguir lo que uno desea. Tan clara como que todo esfuerzo tiene su recompensa. De eso, tampoco tengo la menor duda...

La belleza está en todas partes

El vidrio de una bebida fría que yo tomaba anoche fue condensando la humedad del aire. La humedad del aire fue convirtiéndose, poco a poco, en gotas de agua. Las gotas de agua, al crecer, y por acción de la gravedad, fueron resbalando. Las gotas que iban resbalando, al llegar a la superficie de la mesa, fueron dejando una huella efímera de su paso por el mundo. Una huella evanescente que el calor de una noche de verano, tiempo suficiente de por medio, logró disipar... Y es que la belleza está en todas partes. Adondequiera que miro...

Llegas diez minutos antes...

Llegas diez minutos antes a nuestra cita, y me has pillado tendiendo la ropa. No te has fijado, pero te estoy viendo sentada en el banco del parque, desde mi balcón... Sí, te observo sin que te des cuenta: cómo te atusas el pelo, cómo de vez en cuando te das aire con la mano para sobrellevar el calor, cómo te recolocas cada pocos segundos, cómo te ajustas las gafas, cómo cruzas las piernas... Pareces nerviosa... Ahora me alegro de no haberte dado mi dirección, de haber quedado contigo en ese banco, de poder mirarte furtivamente... Compruebo que para la ocasión te has puesto un vestido muy veraniego, y esas sandalias que tanto me gustan. La tarde promete...

La amiga

Sé que tu amiga no te ha hablado muy bien de mí. Sé que te ha dicho que no te convengo, que no soy una persona de fiar, que te arrepentirás si te vienes conmigo. Ocurre que sé leer en los labios. Y he leído los suyos mientras te hablaba, antes de que se tapara la boca. Así que dile a tu amiga que no se apure, que no pasa nada, que todo está bien. La noche es larga, y en cinco minutos llegará un amigo mío. Creo que será su tipo. Se parece mucho a mí...

Cheetah

Cheetah: El otro día me encontraba agazapado tras unos matorrales, con el viento a mi favor, y pude ver de cerca, como nunca antes lo había visto, a un león. Era un macho alfa, el rey de una gran manada. Me da apuro confesarlo, pero sentí envidia de él. Esa es la verdad. Envidia de su corpulencia, de su porte majestuoso, de su imponente y seductora melena, de su fuerza bruta y su fiereza, del respeto que le tienen todos los animales cuando ruge… En ese momento, hubiera dado lo que fuera por ser como él… Padre Sol: ¿Eso significa que no estás conforme con lo que eres, hijo mío? Cheetah: Es un hecho innegable, padre, que un león, un leopardo, una hiena o un simple babuino, cualquiera de ellos, es capaz de robarme una presa. No sienten ningún miedo ante mí. No les intimido. ¿Y cómo voy a ser capaz de intimidarles y de defender eficazmente mis presas si no soy corpulento? Padre Sol: Creo que no sabes, Cheetah, que el león suele atrapar, sólo, dos o tres presas de cada diez q

La chica del ascensor

De vez en cuando coincido con una chica muy atractiva en el ascensor, una treintañera de porte elegante. Suele llevar falda entallada, a lo Sofía Loren, justo por encima de la rodilla, luce una media melena lisa y de color castaño con un flequillo sujeto por una horquilla; y sus ojos oscuros emanan un brillo atípico, que me transmite una sensación de profundidad, de riqueza y de frescura. - Vas al octavo, ¿no? , le pregunto siempre mientras le pulso el botón. - Sí, gracias. El otro día se me quedó mirando fijamente mientras sonreía, a lo que, haciéndome el ingenuo, le pregunté, también sonriente: - Dime, ¿qué pasa? - No... nada... Entonces, agachó levemente la cabeza sin dejar de mirarme... ...y se ruborizó.

El arte del engaño

Tiempo atrás... En mi calidad de experto internacional en márquetin, y dado que ustedes me han contratado para que les asesore por mis éxitos cosechados en el campo de la publicidad, quisiera dejar clara una cosa antes de pasar a otros asuntos. Si ustedes quieren tener éxito y mantenerse el mayor tiempo posible en la cresta de la ola, hay una consigna que deben grabarse a fuego en la memoria, como si les fuera en ello la vida. Porque quizá les vaya en ello la vida... Cuando ustedes consigan la confianza del pueblo, sus enemigos, es decir, todos aquellos que no piensen como ustedes y que quisieran borrarlos del mapa, comenzarán a incordiar con lo de siempre. Primero, porque será lógico que ellos se sientan molestos cuando ustedes tomen decisiones que les afecten. Y a eso habrá que sumarle las cosas que ustedes harán... y que saldrán mal, como esas miserias que querrían esconder pero que a menudo afloran cuando menos lo esperan. Ya me comprenden... Como les digo, la co

Te has cortado el pelo

Me encantan las mujeres con el pelo largo. Te lo había dicho en varias ocasiones. Lo sabías perfectamente... Sea por la forma en que se mueve al caminar, sea porque realza la feminidad, sea por lo que sea... Qué mas da. Siempre me ha gustado el pelo largo en las mujeres. Y tú lo sabías perfectamente... Yo amaba tu pelo largo. Lo sabías... Sabías que me gustaba mirarlo brillando al trasluz, cuando tú no te dabas cuenta. Sabías que me gustaba acariciarlo, recorrerlo con mis manos en toda su longitud; o descubrirlo extendido, recubriendo amablemente tu almohada mientras dormías. Tú, lo sabías... Incluso hace poco llegué a decirte: Si algún día te cortas el pelo, no vuelves a verme el mío nunca más . Lo sabías... Lo sabías... y hoy te has cortado el pelo a lo garçon . Pero tranquila, no me voy. Me quedo contigo, encanto. Me has convencido. Te sienta de maravilla...

Acoso y derribo

Gobernador: ¿Qué noticias me traes del melenudo insurgente? Consejero: Esta mañana ha sido visto cerca de aquí, arengando a una gran multitud, excelencia. Gobernador: ¿Qué tal está funcionando la campaña de difamación con nuestros emisarios? ¿Se la traga el pueblo? ¿Surte efecto? Consejero: A decir verdad, excelencia, parece que el pueblo le apoya cada vez más. Gobernador: ¿Pero cómo es posible? Consejero: La gente está muy cansada, y harta, de que sus hijos pasen hambre, de que cada vez haya más miseria, de que se les esclavice hasta la extenuación, de que se les lleve a prisión por no someterse a nuestras leyes... mientras nosotros vivimos como faraones a costa de exprimirles con nuestros impuestos. Lo cierto es que cada vez son menos las personas que se creen nuestras mentiras. Gobernador: ¿Y qué le dice el melenudo ese al pueblo? ¿Es hostil con nosotros? Consejero: En mi opinión, excelencia, se trata de un personaje sencillo que vive de forma muy humilde.