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Discusión bizantina entre una recta y una curva



RECTA: Curva: tu morfología sinuosa, ondulada o zigzagueante delata lo propensa que eres a andarte por las ramas. Me da igual si te conviertes en guirnalda, parábola, asíntota, lazada... Sea como sea, pareces un puro ornamento. Eres tan poco práctica... ¡Es que eres enrevesada por naturaleza! Fíjate en mí, sin embargo: voy directa al grano. Me ahorro tiempo. Y mira cómo uno los dos puntos de esta hoja de papel. Con qué simplicidad los puenteo, con qué exactitud, con qué simetría, con qué perfección. Nada de artificios. Siempre acortando distancias, sin entretenerme. Es evidente que soy mejor que tú.

CURVA: Tú, recta, no eres más que un filamento escuchimizado y monótono. Una aburrida sucesión de puntos predecibles. Me da igual si eres radial, segmento o bisectriz; no importa. ¡Pareces un fideo! Eres demasiado pragmática y rígida, y tu falta de flexibilidad y de plasticidad te vuelven insulsa, seca, poco atractiva. Siempre te reduces a la mínima expresión. Yo, por contra, exploro lo cartesiano, me recreo en la amplitud del espacio, me adapto al contexto, al espacio, voy más allá, no tengo límites. E, igualmente, puenteo los dos puntos que tú conectas, pero lo hago de un modo más original, más espontáneo, más... imaginativo. Sin duda, te supero. 

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