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Mostrando entradas de mayo, 2015

Un atisbo de humanidad

Chicago, diciembre de 1929. Jason: Oye, Frank, el tipo que está sentado en el palco de enfrente, ¿no es Al Capone? Frank: El mismo. Jason:  ¿Sabes?, me indigna que un criminal como él se pasee a sus anchas por la ciudad, y que además tenga la desfachatez de venir aquí, a la ópera, a pavonearse delante de todo el mundo. Se me revuelve el estómago. Frank: Sí, la verdad es que es lamentable que algo así ocurra. Debería estar entre rejas. Jason: Este tipo es un monstruo. No tiene el menor atisbo de humanidad. Frank: Yo sí que creo que algo de humanidad tiene. Jason: ¿Cómo puedes decir eso? Sus manos están manchadas de sangre. Bajo las órdenes que ha dado, sus secuaces han extorsionado, intimidado y arruinado a personas decentes; han asesinado a ancianos, a mujeres, a niños... Y ni siquiera ha dado señales de arrepentimiento. Frank: Digo que un atisbo de humanidad debe de tener. Al menos, a mí me lo parece. Jason: De verdad que no entiendo que digas eso. F

Padre nuestro que estás en los cielos

Diario de Ainhoa 18 de mayo de 2015 Querido Papá: Hace menos de cinco días que te fuiste y no sabes cuánto te echamos de menos: Paula, Nela, y, sobre todo, yo. Se nota que no estás en casa, porque nadie más que tú canta en inglés bajo la ducha, ni nadie hace bromas tan divertidas como las tuyas, ni nadie me abraza con tu fuerza y comiéndome a besos. Ni nadie, más que tú, me dice: "¡Ay!, mi princesita preciosa". Sí, te echo de menos, papá. Mucho, mucho. Ni te lo imaginas. Sé que estás en el cielo y que allí eres feliz. Lo sé. Siempre rodeado de nubes, con esos nombres tan extraños que me explicaste: cúmulos, nimbos, estratos, cirros... Pero cuando a los niños del cole les digo que las nubes tienen nombre me miran raro, como si estuviera loca. Bueno, qué sabrán ellos de nubes... Recuerdo que una vez me dijiste que cuando eras pequeño tu sueño era volar como un pájaro. Pues ahora tu sueño se ha hecho realidad. Ahora ya puedes volar, y subir hasta e

La niña amada

Papá: Graciela, sé que esta mañana te he levantado la voz y te has asustado. No está bien decir las cosas como yo te las he dicho, y te pido perdón. No quería hacerte daño. Graciela: No pasa nada, papi. Luego me has hecho reír y se me ha olvidado todo. ---------- Graciela: Papi, ya he metido toda mi ropa sucia en la lavadora. Ahora tienes que poner tú el detergente, ese líquido que huele tan bien y apretar el botón para que dé vueltas. Papá: Me siento orgulloso de ti, Graciela. ---------- Graciela: Papi, no me apetece recoger mis juguetes. Es que hay muchos tirados por el suelo y estoy cansada. Quiero ir ya al parque para jugar con mi amiga Alicia. Ayer me dijo que también iría hoy. Papá: Cariño, recoger los juguetes es tu responsabilidad. En cuanto lo hagas, nos vamos al parque. Seguro que Alicia ya estará allí esperándote y con muchas ganas de verte. ---------- Graciela: Papi, ¿quieres que te cuente por qué mi osito de peluche tiene miedo de los pájaros?

Sin palabras

(Él) Simplemente, quería decirle algunas cosas a ella. Decirle algunas cosas que me ardían dentro, pero sin hablar.  Porque las palabras, las más de las veces, se las lleva el viento. O se olvidan sin querer. Y porque, en honor a la verdad, no siempre alcanzan a expresar lo que las personas sentimos. Así que la conduje a un lugar único, que para mí lo era, del que ya le había hablado en algunas ocasiones... (Ella) Después de haber aterrizado en el continente, llegamos junto al lago cayendo la noche. Allí, me senté sobre una roca y él tomó distancia de mí. Se quedó a unos pocos metros, observándome tibio y sonriente, entregado al momento con serenidad. Como si no pensara en nada. Como si no albergara expectativas. Como si todo estuviera bien tal como estaba. Con mis ojos abiertos de par en par, fascinada por el espectáculo que me sobrecogía, miraba las llamaradas de la aurora boreal centelleando bajo aquel cielo rebosante de estrellas. Y me daba cuenta de que su inm

Heroína

31 de noviembre de 1988 Querido diario: Llevo veintiún años caminando por el mundo y, sin embargo, siento que hoy es el día en el que vuelvo a nacer. Quizá por eso he decidido parirte, para que seas testigo de lo que llevo en mis entrañas. Para que mis palabras no se las lleve el viento, y para que el tiempo, que transcurre a veces sin darnos tregua, no borre del todo mi memoria. Esta mañana, poco antes de salir de la cama, he recordado los días del pasado, de esa pesadilla que he vivido durante los últimos años. He recordado a todas las personas que estuvieron a mi lado, de una u otra manera: a mi hermano, a mis padres, amigos, parejas, y algunas personas muy especiales... Todo me parece ahora tan gris, tan gris y tan lejano... ¿Sabes?, creo que ninguno de ellos llegó a entenderme del todo. Me refiero a entender mi vacío, mi profunda angustia vital, mi soledad, mis ganas de morirme, de dejar este mundo... Ellos decían que yo lo tenía todo: belleza, inteligencia, q

Limpieza, orden y actualización.

Katia: ¿Te viene bien hablar ahora por teléfono o estás ocupado, Marcus? Marcus: Podemos hablar, Katia. K: Es que estoy más que harta de este ordenador. Es un desastre. M: ¿Qué le pasa? K: Pues que va lento, se bloquea, se apaga o se reinicia solo, hace cosas raras... A veces, parece que todo va bien, pero tarde o temprano vuelve a las andadas. Y ya no sé qué hacer. Estoy hasta el moño. Además, me condiciona mucho a la hora de usarlo para mi trabajo o para mis cosas personales. Y ya me he visto más de una vez en un serio compromiso.  M: ¿Y desde cuándo le pasa todo eso que me cuentas? K: ¡Uf!, hace más de un año... M: Recuerdo que era un excelente ordenador. K: Sí, lo es. Era el mejor que había en la tienda hace dos años. M: Pues mira, Katia, vas a hacer lo siguiente. Toma nota. K: Dime, te escucho. M: Descargas de Internet un antivirus muy potente que se llama "Healtron", lo instalas y lo pones a funcionar. Lo primero, antes que otra cos