11 de marzo de 1930, India.
Gopal: Bapu, esto no puede seguir así. Los británicos llevan décadas tratándonos como escoria. Se han hecho con el poder en este país y se han olvidado del pueblo, de que somos seres humanos con derechos inviolables. Sólo piensan en enriquecerse a costa de nuestros recursos y de utilizarnos, prácticamente, como esclavos. A cambio, nos dan sus migajas y encima debemos estarles agradecidos. Nacimos y vivimos en nuestra propia tierra, en nuestro propio hogar, la madre patria, y, sin embargo, nos sentimos como extraños en ella, como quien está en pecado. Simplemente, porque ellos, porque esa panda de corruptos amorales, nos consideran inferiores. Y por si esto fuera poco, ni siquiera podemos protestar, porque todo amago de rebelión es reprimido con violencia ejemplarizante.
Gandhi: Lo sé, hijo mío, soy muy consciente de ello.
Gopal: Ahora llega un nuevo despropósito, una nueva humillación y burla, que se suma a las anteriores. Ahora ni siquiera podemos ir al mar y coger sal para añadirla a nuestros alimentos. Sólo pueden extraerla, distribuirla y venderla los británicos. Bapu, ¡pero si el mar de todos! ¡Cómo pretenden cobrarnos lo que Dios nos regala generosamente! ¡No podemos quedarnos de brazos cruzados ante semejante agravio!
Gandhi: No te apures, Gopal, tranquilo, hermano, que tu sed de justicia se verá pronto satisfecha. Mañana mismo emprenderemos una gran marcha hacia la costa. Sé que miles de compatriotas nos seguirán, así como la prensa internacional.
Gopal: El virrey nos ha asegurado que si lo hacemos la policía colonial actuará con contundencia y sin contemplaciones. Nos aporrearán sin piedad, bapu. Tendremos que llevar palos para devolverles los golpes.
Gandhi: Nadie llevará palos ni armas. Y cuando estemos delante de la policía, después de haber recogido la sal, no responderemos a la violencia en modo alguno. Nuestras mujeres nos acompañarán con equipo sanitario de primeros auxilios y atenderán a los heridos. Luego, otros hermanos nuestros reemplazarán a los primeros, y así sucesivamente, hasta que se cansen de golpearnos.
Gopal: El virrey también dijo que los ladrones de sal serán encarcelados sin miramientos.
Gandhi: Si es así, perfecto. No tengas miedo, porque llegará un momento en el que las cárceles estarán abarrotadas, y no serán suficientes para albergar a todos los infractores.
Gopal: ¿Y tú piensas, bapu, que conseguiremos algo con esta acción?
Gandhi: Como te he comentado, la prensa internacional nos acompañará. Lo que ocurra allí se sabrá en Londres y en el mundo entero, y el Gobierno Colonial Británico, al final, no podrá resistir la presión de la opinión pública. Más tarde o más temprano, cederá.
19 de agosto de 2013, España.
Radio Ibérica. Noticias a las 3:
Después de que España se haya convertido en el primer y único país del mundo que cobrará un impuesto a cualquier ciudadano que utilice el Sol para producir electricidad, el Ministro de Industria del Gobierno de España, José Manuel Soria, declaró recientemente en rueda de prensa que aquellos propietarios de placas solares que no tributen el ya denominado "Impuesto del Sol" podrían enfrentarse a multas de hasta 60 millones de euros. A este propósito, la internacionalmente prestigiosa revista Forbes publica hoy un artículo en el que se ridiculiza al susodicho miembro del ejecutivo español. Para la autora del artículo, Kelly Phillips, el Gobierno ha intentado atajar el déficit tarifario español con "impuestos y multas onerosas", como parte de unos esfuerzos de reforma que para la publicación no son más que "medidas desesperadas".
"Tienes la sensación de que los miembros del Gobierno se quedaron sin ideas, miraron un día al cielo y pensaron: ¡Lo tenemos! ¡Pondremos un impuesto al sol!", remata la autora, que acusa a Soria de favorecer a las eléctricas perjudicando el autoconsumo.
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