Hera: Mamá, ¿Pyreo es un volcán malo?
Canopea: No, mi amor, no lo es; en absoluto.
Hera: Entonces, ¿por qué ha arrasado nuestro poblado después de su última erupción? Con lo que nos costó a todos construir nuestras casas... ¿Acaso no le importamos?
Canopea: Cariño, Pyreo es un volcán. Es su naturaleza. Los volcanes entran en erupción de vez en cuando. No lo pueden evitar. Se acumula mucho fuego magmático en sus entrañas y éste va creciendo, y cuando llega a un cierto punto, entonces, entran en una violenta erupción. Aunque, afortundamente, las erupciones de Pyreo, no son muy violentas.
Hera: ¿Y no podría Pyreo soltar ese fuego poquito a poco, para que no nos hiciera daño?
Canopea: Jajajaja. Mi vida... ¿Sabes?, las gentes de nuestro poblado han sido educadas durante generaciones para reprimir algunas de sus emociones más intensas, y Pyreo, que es nuestro espejo, expresa con su fuego lo que nuestras gentes no saben cómo expresar. Así que, en el fondo, todo está en equilibrio. Es una ley natural de compensación.
Hera: Pues yo estoy muy triste, porque nos hemos quedado sin casa... y también todas las personas de nuestro poblado. ¿Y si Pyreo vuelve a escupir fuego? ¿No sería mejor marcharnos a una isla donde no hubiera volcanes?
Canopea: Atenea, Pyreo forma parte de Ístar, nuestra madre isla. Cuando está sereno posee una belleza incomparable, como jamás he visto en ningún otro sitio. Me siento tan dichosa a su lado... Me encanta escuchar sus fumarolas mientras resoplan en un coro, y contemplar sus arroyos de lava incandescente haciendo juego con el Sol de poniente. Pyreo es la causa de que nuestras tierras sean tan fértiles y den tantos frutos, mi amor. Pyreo nos nutre con su lava y nos calienta en el invierno con el hervor de sus aguas subterráneas. Pyreo es muerte, y vida. Así que podemos estarle muy agradecidas.
Hera: Pues yo tengo miedo, mamá. Miedo de que Pyreo pueda entrar otra vez en erupción y que nos haga daño de verdad. Sería mejor irnos a vivir a otra isla, ¿no crees?
Canopea: Nuestra vecina isla de Caria es un desierto. Allí no podríamos sobrevivir. Kirka, por su parte, está llena de animales feroces y peligrosos que no dudarían en atacarnos a la menor ocasión. Merea sufre de terremotos con cierta frecuencia. Y Ulma es demasiado fría. Nunca podrías bañarte en sus ríos. Sus aguas son gélidas durante todo el año.
Hera: Entonces, tiene que haber una solución, una alternativa a marcharnos a otra isla.
Canopea: Aunque me duele reconocerlo, nuestras gentes, ya desde generaciones atrás, siempre han elegido vivir en el fondo del valle, que es la zona más peligrosa cuando Pyreo entra en erupción. Pero era lo que mandaba la tradición, porque los primeros pobladores, que eran muy sabios y prósperos, decidieron asentarse aquí. Siempre se ha visto como una costumbre que nos traía buena suerte... aunque luego nos destruyera. ¿Sabes?, que sepamos, a lo largo de la historia, Pyreo ha arrasado nuestros poblados en más de cincuenta ocasiones, y, sin embargo, siempre hemos decidido volver a construir nuestras casas en el fondo del valle, justo donde pasa el gran río de lava durante las erupciones. ¿Crees que eso es lo más inteligente?
Hera: Vaya... no lo sabía.
Canopea: Lógicamente, era de esperar que en esas erupciones Pyreo nos arrasara una y otra vez. A fin de cuentas, nosotros siempre hacíamos lo mismo. Nunca nos planteamos hacer las cosas de otro modo y asentar nuestro poblado, por ejemplo, al otro lado del río; aun sabiendo que allí nunca jamás ha llegado la lava.
Hera: ¿Sabes, mamá?, yo también amo a Pyreo, nuestro volcán. Es tan hermoso y tan imponente... La mayor parte del tiempo me siento muy feliz a su lado... Propongamos a nuestras gentes un gran cambio. Quizá podríamos convencerles de que se olvidaran de esa absurda tradición que tanto dolor nos ha causado. Tal vez podamos inspirarles confianza, hacerles ver que podemos seguir siendo un pueblo sabio y próspero asentándonos al otro lado del río, donde nunca llega la lava. Así podríamos seguir disfrutando de la cercanía, del calor y de la belleza de Pyreo sin sufrir durante sus erupciones.
Mil años más tarde...
Lira: Mamá, Nicia, la maga del poblado, nos ha dicho en su compartir de los domingos que las señales del Universo indican claramente que Pyreo se apagó con su última erupción, que ya no queda fuego en sus entrañas. ¿Eso significa que se ha muerto?
Nazka: No, mi amor. Significa que ha entrado en una etapa de reposo. Como cuando alguien se duerme plácidamente... pero no se muere. Como cuando una persona se aquieta y se apacigua dulcemente. Y también significa que las gentes de nuestro pueblo han aprendido a domar su fuego, y a expresar sus emociones con pasión pero sin ardor. Así que, siendo Pyreo nuestro amado hermano y nuestro fiel espejo, él también se ha aquietado y apaciguado. Igual que nosotros.
Lira: Y ahora, ¿qué pasará?
Nazka: Que disfrutaremos de una nueva época junto a Pyreo. Y que gozaremos cada día de su tibieza y de su serena belleza, alejados ya del temor del pasado.
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