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Mostrando entradas de marzo, 2014

¿Realmente votamos cada cuatro años?

Yo, de pequeño, creía que en un país mandaba el gobierno. Y, concretamente, su presidente. Me parece que me lo enseñaron en el colegio. Pero luego, cuando me hice mayor, me di cuenta de que esa era una mentira que me habían contado. Una parecida a la de la cigüeña que trae a los bebés de París. A estas alturas de la película, ya no tengo ninguna duda. La experiencia me lo demuestra: las que mandan en un país son las multinacionales. Los gobiernos son marionetas, o sirvientes, si así suena mejor, que trabajan, no para el pueblo, sino para algunas de ellas. Los lobbies de estas empresas se encargan de comprarles o presionarles para que legislen en función de sus intereses. Unos intereses que, las más de las veces, anteponen el beneficio económico al bienestar de las personas. Y este hecho que os comento es de una obviedad tal que, a veces, con toda la desfachatez del mundo, algunos expresidentes del gobierno, o exministros, se retiran ocupando puestos directivos en algunas de esa

Catalina y Miguel: una historia de amor.

Valencia, 15 marzo de 2014. Torre de Santa Catalina: Miguel, ¿cuánto tiempo hace que nos conocemos? Torre de El Miguelete: Poco más de trescientos años, Catalina. Catalina: Aún me acuerdo de cuando nací, a principios del siglo XVIII. ¿Te acuerdas tú? Miguel: Por supuesto que me acuerdo. Llevaba mucho tiempo solo, aquí, en medio de la ciudad, y entonces, poco a poco, fuiste apareciendo tú. No imaginas cuánto me alegré de tu llegada. "Por fin una torre como yo, cerca de mí", pensé. Catalina: Cuánto ha cambiado Valencia, ¿eh?, a lo largo de todos estos siglos... Se ha convertido en una metrópoli muy grande, enorme, y bulliciosa, incluso los seres humanos han construido máquinas voladoras que surcan sus cielos. Es increíble, ¿verdad?, de lo que son capaces las personas... Miguel: Yo llevo mucho más tiempo que tú en la urbe. Antes, incluso, de que los hombres de estos reinos llegaran a las Américas. Tú aún no habías nacido. Aquellos pasaban por ser tiempos

Agua

Un inmenso glaciar. Inabarcable por la mente humana más imaginativa. El color azul claro aturquesado del hielo bajo la gruesa capa de nieve... en mitad de un río infinito de agua congelada. Hace noventa mil años. Es el primer recuerdo que tengo de mí misma. Aquel estado sólido, pétreo, compacto y gélido de mis moléculas. El silencio absoluto, imperando en la cornisa levantina de aquella isla colosal, que era Groenlandia. Como hielo, yo era quebradiza, hasta que mi acumulación alcanzó los cincuenta metros de espesor. Una vez sobrepasado este límite, adopté el carácter de un material plástico, y empecé a fluir. Y así, pausadamente, a razón de medio metro por día, avanzaba mi frente. Sin embargo, la presión de aquella masa titánica era descomunal en la base, a lo que el hielo de las capas superiores, al ser más rígido, se fracturaba constantemente, formando también grietas lacerantes de varias decenas de metros de profundidad. Conforme transcurrieron los milenios, me fui ac

Las cosas hermosas de la vida

Cada vez con más frecuencia, suceden cosas hermosas en mi vida. Me refiero a momentos o situaciones en los que me siento especialmente contento, pleno y en paz. Y doy por sentado que esas cosas vienen a mí por una serie de motivos, aunque prefiero disfrutarlas conforme me llegan, sin preguntarme su razón de ser. Al fin y al cabo, están ahí. ¿Qué más me da de dónde vengan? Simplemente, son cosas hermosas. Pues a disfrutarlas. Otras veces han llegado cosas a mi vida que me han hecho sufrir, que me han causado rabia, tristeza o indignación. Entonces sí que me paro a pensar: por qué están ahí, qué hay dentro de mí que las ha atraído, cuál es mi papel en todo ello... Es mi forma de encontrar la clave, la causa o el origen de esas cosas que me disgustan y que se han colado en mi vida. Y es que una reflexión, con mirada introspectiva incluida, viene fenomenal para comprender que en la vida todo tiene un porqué, y que nosotros tenemos una responsabilidad máxima dentro de ese porqué. Co