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Mostrando entradas de marzo, 2013

Una historia de amor

Año 2106. Julia: Koen, fíjate en Lora, date cuenta de cómo lo mira, de cómo le sonríe. Estoy segura de que le ama más que a nosotros. Koen: Si así fuera, sería comprensible. J: ¿Comprensible? Pero si nosotros somos sus padres. ¿Cómo puede quererle más a él? K: Él le cambió los pañales cuando era un bebé, la ha bañado, le ha contado cuentos cada noche, la ha atendido cuando lloraba de madrugada, le ha cuidado cuando ha estado malita y ha sido su infatigable compañero de juegos y de aventuras. Además, cuando ella le ha preguntado algo, lo que fuera, él siempre le ha contestado; nunca le ha dejado una pregunta sin responder. Y cuando alguien ha intentado hacerle daño, él siempre ha estado ahí para defenderla, incluso arriesgando su propia vida. Nunca le ha dicho algo como "No puedo", "No me apetece" o "Estoy demasiado cansado". Y todo eso, entre otras cosas, lo ha hecho siempre con amabilidad y con ternura. ¿Te parece poco? J: Pero, cariñ

Libertad y verdad

En algún lugar de Rusia... Madre:  Puedes sentirte orgullosa de ser rusa y ortodoxa, hija mía. Porque nuestra religión es la verdadera y nuestra patria la mejor del mundo. Hija:  Sí, mamá. En algún lugar de Israel... Padre:  Puedes sentirte orgullosa de ser israelita y judía, hija mía. Porque nuestra religión es la verdadera y nuestra patria la mejor del mundo. Hija:  Sí, lo que tú digas, papá. En algún lugar de EEUU... Padre:  Puedes sentirte orgulloso de ser americano y católico, hijo mío. Porque nuestra religión es la verdadera y nuestra patria la mejor del mundo. Hijo:  Sí, señor. En algún lugar de la Tierra... Madre: Puedes sentirte dichosa de ser ciudadana del mundo y libre, hija mía. Porque todo este planeta es tu patria y porque la verdad es, simplemente, aquello que sientes en el fondo de tu corazón. Hija:  Gracias, mamá.